El tiempo es una liebre y todo se mueve tan rápido que perdemos la perspectiva y a veces hasta el pelo. Los años noventa envasaron la ficción de templar a casi todo el mundo menos a los radicales e inadaptados sociales. Aquella figuración, como de postal navideña, conformaba un ajuar de modernidad de delicadeza entrañable. Pero la historia es oscilante, cuando no pendular, y la derecha fiera cabalga de nuevo sin tanto disfraz y más a lo bruto.
Pinza
Trump nos mira a los europeos como a subdesarrollados, mientras Rutte nos mete el miedo en el cuerpo y nos advierte del Apocalipsis y las siete plagas de Egipto si no nos armamos hasta los dientes. Vuelve recrecido el imperio USA y no terminamos de creérnoslo, porque la costumbre hormigona y llevamos una vida viendo sus películas, admirando su colosal sentido del espectáculo y entregados a su poder. Pero estamos ante un cambio importante, según advierte el analista Enric Juliana, que destaca lo inédito de la “hostilidad” intervencionista estadounidense. Entretanto, el diputado de Esquerra y escritor Francesc-Marc Álvaro, agudo excolumnista en La Vanguardia, está a punto de publicar El franquismo en tiempos de Trump. El ensayo ya se puede comprar en su edición en catalán; en castellano saldrá en febrero con Galaxia Gutenberg.
De 39 en 39
“Que se esté volviendo hacia atrás quiere decir que quizá la ruptura tras el franquismo no fue tal” apunta la cineasta Irati Gorostidi. Aquel régimen primero alentó la muerte y luego la natalidad, y adoctrinó a sus hijos, que hoy tienen nietos. El culto a la jerarquía económica y militar o al nacionalismo y la religión ultras son postulados que vuelven a permear a una parte importante de la sociedad. Franco comenzó a golpear en el 36 y no se murió hasta el 75, y nos dejó por herencia una sociología de fondo y un reinado que duró otros 39 añazos, el de Juan Carlos, preocupado por asegurar la herencia y ocupado en disfrutarla a cuerpo de rey.
Ahora que Sánchez tiene pinta otoñal y que se ha estrenado ‘Puñales por la espalda 3’, los afiladores de cuchillos deambulan por el PSOE
Afiladores
Ahora que Pedro Sánchez tiene pinta otoñal y que se ha estrenado Puñales por la espalda 3, asoman cuchillos en el PSOE. Dos viejos conocidos, Jordi Sevilla y Tomás Gómez, van tocando el chiflo como los afiladores ambulantes, para que los tajos a Pedro César entren a fondo y sean letales. Todo resulta previsible y hasta repetitivo, como ver al jefe de la Conferencia Episcopal aplicado en la oposición terrenal. Lo sorprendente es que Sánchez diga que “el tiempo en el que los obispos interferían en la política ya acabó” como si desconociera el papel de la Cope evangelizando a diario a sus oyentes.
Cinco preguntas
¿Qué será de Sánchez, de Díaz y de Feijóo en 2026?. ¿A cuántos funerales políticos asistiremos el año de viene? ¿Qué recorrido le queda a Sumar en este contexto? ¿A qué se espera para reorganizar ese espacio? ¿A que Sánchez convoque elecciones?
Esto se gangrena. El asunto es el perímetro de la infección y si los antibióticos son eficaces. Candidatos a forenses hay a patadas. La coalición de izquierdas parece empeñada en terminar en el rincón de pensar por errores propios; uno tras otro, de un lado a otro de los coaligados. O encuentran un revulsivo claro o cualquier intento de sacar conejos de la chistera será en vano. Lo mismo que echar mano del comodín del ‘malmenorismo’, concepto trillado pero no ficticio. Por haber, hay gente capaz de hacer el espagat, que votó progresista en 2023 y que ahora mira a Vox. Qué tristeza, qué vergüenza, qué desazón.