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Mesa de Redacción

Alicia Ezker

Atrapada en la Navidad

Imagenes del encendido de luces de navidad en PamplonaIban Aguinaga / Javier Bergasa

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En Navidad es fácil sentirte como Bil Murray en Atrapado en el tiempo. Esa sensación de que cada año todo se repite aunque nada sea igual. Y tratas, como el protagonista de la peli, de aprender de lo que ya has vivido, de anticiparte, en lo que haces y en lo que dices, para que nada en estas fechas te acabe descolocando de donde decidas colocarte. La Navidad, como otros momentos del año, acaban estando sobrevalorados.

Hay que poner tanta energía en que sean unas buenas fiestas, en que todos y todas las vivamos felices con las personas que nos quieren y queremos, en que nada perturbe la magia, que descuidamos otros muchos días en los que todo podría ser igual o hasta mejor.

Forzamos agendas, apretamos planes, apresuramos las compras, acaparamos regalos recibidos y por hacer, nos enfrascamos en vivirlo todo con la intensidad de la fiesta y lo envolvemos en una magia gratificante, pero que hace ya muchos años que no resulta creíble. Y eso hace que cada vez más personas rechacen todo lo que rodea a estas fiestas. Porque hay muchas Navidades en una sola Navidad. También hay mesas vacías y sillas sin ocupar; personas sin casa que decorar y mucho dolor sin calma.

Mensajes sin respuesta y llamadas que no suenan. Y es allí donde la soledad se instala. Donde la felicidad ajena duele. Ojalá pudiéramos cerrar los ojos y hacer como los niños, seguir creyendo. Creer, aunque sepas que todo es mentira. Creer en la magia de la Navidad sin querer saber cual es el truco. Dejarte atrapar. Ver pasar a Olentzero y despertarte con ilusión, aunque los paquetes los pongas tu misma, sabiendo que el mejor regalo sigue siendo la vida. Eguberri On.