No a Grecia moderna ni antigua sino a los griegos. Desde la admiración, desde la veneración a un pueblo que inventó la democracia, la banca y el comercio internacional, quiero recordaros a un buen hombre venido de Lesbos, a quien Aristóteles confió la Academia: Teofrasto. A este hombre tranquilo y afable, como a Sócrates, Pericles y Aristóteles, sus contrarios le acusaron de "impiedad", para quitárselo de enmedio. Se exilió para evitar un juicio injusto. Sus discípulos, por centenares, se exiliaron con él y dejaron el barrio y las tiendas sin clientes. Los comerciantes se manifestaron masivamente ante la Asamblea y fue retirada la acusación. Moraleja: exiliaos del sistema, reventad el euro, no paguéis una deuda injusta y caerá Portugal, Italia y el resto, incluidos Reino Unido, Francia y Alemania. Temblará el mundo y caerá USA. No les quedará otro remedio que pegar un puñetazo encima de la mesa y embridar a los famosos mercados, desmantelar los paraísos fiscales y hacer pagar una cuota justa y necesaria a todos los movimientos monetarios internacionales cumpliendo su función de flujo de capitales para beneficio de la sociedad y no para su expolio descarado. La cueva de Alibabá y los cuarenta ladrones estará controlada y Teofrasto podrá volver al Liceo, a la Academia a investigar, a trabajar, a crear riqueza y cerebros para bien de la humanidad.
Desde la tierra de los vascos, el pueblo más viejo de Europa, os llamo a la rebelión.