Para que se pueda entender el sentido profundo de la vida tiene que existir el alma. Hoy muchas personas que se consideran libres de tabúes y de prejuicios quieren prescindir del alma. ¿Por qué? Porque quitando la parte más misteriosa les resulta mucho más sencillo estudiar y analizar el resto. Pero existe una contradicción que no saben resolver. Por una parte defienden la libertad innata del ser humano y toda circunstancia diferenciada la achacan a una supuesta suerte. Parten de un presente que camina hacia el mañana, pero sin antes ni después. Yo defiendo que tenemos que fijarnos también en el antes de nacer para poder comprender correctamente el ahora. Nuestra memoria histórica como seres. Si no existe cierta predestinación, ¿por qué una persona ha nacido en unas circunstancias apropiadas para sufrir mucho y otra ha nacido en la situación opuesta? ¿De verdad hemos sido libres? ¿Hemos elegido de qué manera queríamos nacer?

Aquí es donde existe un vacío para poder expresar de una manera plena que, basándonos en la lógica a lo largo del tiempo, podemos entender que la vida es equitativa. Hoy sabemos que el universo tiene muchísimos millones de años y que el Big bang probablemente es cíclico. ¿No sería una desproporción que cada ser humano viviese solamente cien años? Por otra parte, una persona mayor, cuando ve que su cuerpo va a morir, todavía sigue con el deseo íntimo de querer vivir. ¿Por qué nos pondría la naturaleza este deseo si no fuese verdad? En una vida se aprende y se progresa en un aspecto de la personalidad mental y emotiva. Pero yo me pregunto: ¿es suficiente para sentirse plenamente realizado? Entendemos que en una progresión de vidas, lógicamente este crecimiento sería continuado. Y esto nos daría otra explicación añadida sobre por qué las personas nacemos con diferentes cualidades, capacidades y afinidades a pesar de haber nacido en circunstancias parecidas. Cada uno es responsable de cómo cree que funciona la vida y de tratar de superar actitudes que en la sociedad occidental han sido tabú.