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'Costa Concordia' vs 'HMS Birkenhead'

Se me ha caído una de esas creencias sembradas por lecturas y películas de la infancia que rompen en mi memoria. Se trata de la imagen de gente de compromiso que acompañaba a todos y cada uno de los capitanes de barco, de la abnegación y valor obligados para quien, por razón de su cargo, debe sacrificarse por su pasaje, tripulación y nave. Pensaba que aunque en un capitán de marina podían hallarse comportamientos poco ejemplares (se podía ser borrachín como Haddock, sanguinario como Flint, obsesivo como Ahab o déspota y tirano como el de la Bounty), lo que nunca concebí fue un comandante que escapase de su nave como las ratas, abandonando a su suerte a pasaje y tripulación. Según veo en el noticiario, mientras el comandante del Costa Concordia llevaba horas sequito en tierra, en su crucero reinaba el caos y la desesperación. Los testimonios hablan de sálvese quien pueda y de tripulantes que empujaban y daban codazos para salvarse mientras se veían náufragos sin salvavidas.

Finalmente viene a mi memoria otro episodio de un naufragio, el del HMS Birkenhead. A mediados del siglo XIX, el Birkenhead, que transportaba a medio millar de soldados con sus esposas y niños, colisionó contra un arrecife muy próximo a la costa del cabo de Buena Esperanza. También fue un choque nocturno en el que los embarcados se amontonaron en cubierta tratando de escapar de la vía de agua que invadía el barco y del mismo modo tampoco había botes salvavidas para todos. Sin embargo, las mujeres y niños fueron evacuados en primer lugar y a diferencia del Costa Concordia, el máximo mando de la nave conminó a oficiales y tripulantes a que no se abalanzaran sobre los botes. "Van a hundir el bote de las mujeres y niños, les imploro que no lo hagan y pido que todos permanezcan en su lugar" les dijo. Nadie se movió, todos permanecieron en cubierta estoicos hasta que el barco se hundió. Aquella noche los tiburones sudafricanos cambiaron de menú pero la consigna del salvamento marítimo "las mujeres y los niños primero" se acuñó vinculándose para siempre al Birkenhead. Hoy viendo el careto del comandante del Costa Concordia se me ha figurado otro más de los golfos y arribistas que aceptan las ventajas crematísticas de su cargo u ocupación, pero nada quieren saber de sus obligaciones cuando éstas emergen de esos que por desgracia tan acostumbrados estamos a ver y padecer.