Soy un licenciado en Derecho con tres másteres. Hablo, además del castellano, inglés y francés. He trabajado en despachos de abogados y en departamentos de asesoría jurídica de empresas multinacionales, y a día de hoy soy el asesor jurídico de Cormin y tengo un pequeño despacho de abogados en Pamplona. Ciertamente, me siento muy orgulloso por el trabajo realizado hasta el día de hoy. Creo que mi currículum es bueno, y considero que soy un gran profesional. Es cierto que el esfuerzo personal realizado para llegar hasta donde he llegado ha sido importante, pero, profesionalmente, no estaría donde estoy sin el apoyo de mi familia y de la ONCE. Sin ellos hoy probablemente no sería ni abogado, ni trabajaría donde y como lo hago; tampoco podría ser cabeza de familia.

A través de estas líneas quiero dar las gracias hoy especialmente a la ONCE. Desde que era bien niño he podido hacer uso de sus servicios sociales con mi profesor de apoyo, Manu, quien me enseñó el braille; con Chus, la técnico de rehabilitación, que nos enseña a usar el bastón de movilidad o las ayudas ópticas; con Esperanza y la difunta Conchi, profesoras que enseñaron braille a mis padres; con María y Carlos, en animación sociocultural; con Stella, la psicóloga; con Ana, nuestra trabajadora social; con Miriam, Ana Rosa, Alfonso y Josefina, el personal administrativo que nos ha tramitado y nos gestiona los servicios; con Itziar, la responsable de la biblioteca; con Lina, la Tiflo y muchos otros que me deje en el tintero.

Ayer mismo recibí una adaptación para mi puesto de trabajo, una lupa televisión que necesito para poder leer. Sin ella no podría trabajar. Se trata de una adaptación cuyo coste ronda los 3.000 euros, y que, si no fuese por la ONCE, probablemente no pudiese costear.

Por todo ello, como ya he dicho, quiero dar las gracias a la ONCE por estar ahí, cumpliendo con su función 75 años después de su fundación. Hoy sigue siendo una institución imprescindible, no solo porque da sustento a decenas de miles de familias de forma directa (por ser empleados de la propia ONCE o de su fundación), sino también por darnos el apoyo que necesitamos sus afiliados para poder estudiar, trabajar y tener una vida digna.

A nosotros nos ayuda la ONCE cuando nos da una beca, pone a nuestra disposición un profesor, un libro, una adaptación, etcétera, pero todo ello no existiría si tú no acudieses a tu vendedor a comprarle el cupón. Por eso, como bien me han dicho toda la vida en casa, debo ser agradecido. Por eso te doy las gracias.