La Constitución está siempre en boca de nuestros gobernantes y muchos políticos para afirmar con rotundidad sus convicciones ya que su evocación parece que sublima su fervor democrático y los coloca por encima del bien y del mal. "No se puede, va contra la Constitución". "La Constitución no lo prevé". "No es constitucional". "La Carta Magna es soberana". Sin embargo, parece que olvidan que la Constitución también dice: Todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos. Pero hay muchos que tienen más. Gallardón a este paso terminará aforando hasta a su profesor de pádel o el caso del Rey que, según la Constitución, no tiene ninguna responsabilidad ante la ley haga lo que haga. Todos tenemos acceso a la justicia. Cuando sabemos que gracias a este Gobierno hay que adelantar una fianza para pagar los gastos judiciales o, lo que es lo mismo, que el que no tenga ese dinero para hacerlo no puede acceder a ella. Todos los ciudadanos tienen derecho a una vivienda digna. Mientras resulta que el Gobierno permite ejecutar los desahucios de una media de 500 viviendas diarias. Tenemos derecho a un puesto de trabajo. Pero en algunas provincias tenemos el paro más alto de Europa y ya casi 6 millones de parados. Todos somos iguales ante la ley. Cosa que también dice el Rey, mientras su hija se burla del poder judicial y políticos y banqueros, auténticos delincuentes, campan a sus anchas mientras se juzga o se machaca a los jueces que han osado imputarles.
Además, la Constitución y la complejidad de las leyes electorales que contempla, prácticamente impiden a los ciudadanos expulsar del Gobierno a ningún político antes de que cumpla su periodo electoral aunque haya mentido e incumplido las promesas hechas en su programa. Es necesario hacer una nueva, de arriba abajo, empezar de cero con partidos políticos que no apesten y una Constitución sin utopías, verdaderamente progresista, que se pueda hacer cumplir y que defienda de verdad a los ciudadanos, no a un club privado de sinvergüenzas.