Las dos últimas elecciones generales en España una vez más han puesto en evidencia la división existente entre aquellos que eligen partidos de derechas y los de izquierdas. Sorprende que nuestros políticos utilicen con frecuencia la palabra diálogo y en la práctica sean tan poco dialogantes.
Esta situación se evidencia con mucha claridad en la actitud que han tenido los partidos de izquierdas después de las dos últimas elecciones generales. Esta actitud durante muchos años ha favorecido a los pequeños partidos, que a cambio de su apoyo han recibido prebendas para mejorar la situación de sus habitantes en detrimento a los de otras regiones o comunidades.
La responsabilidad de estos casos, ha sido de los partidos mayoritarios, que en ocasiones han preferido ceder a los pequeños partidos y marginar al principal partido de la oposición. Todos los partidos deberían priorizar el bien de la nación antes de los intereses de partido. También todos los políticos deberían anteponer el bien de todos al suyo personal.
Es notorio que la falta de entendimiento no favorece la creación de empleo, la reducción de la deuda pública, la igualdad de derechos y oportunidades para todos los ciudadanos independientemente del territorio en los que se encuentre, etcétera.
Entre las muchas reformas que se esperan está el votar en listas abiertas. Pero no estaría mal que en vez de votar a partidos en los que priman sobre todo su ideología, las personas votaran por los asuntos que realmente les importan: la reducción del desempleo; la seguridad de las pensiones; la lucha contra el terrorismo; el respeto a la libertad religiosa; la igualdad de derechos e impuestos; la libertad de enseñanza; la reducción de las listas en la sanidad; la reducción del tiempo en la Justicia; etcétera.