No sabía cómo titular esta carta, mi alternativa era: odio a los quejicas. Me explico, hay personas que han sufrido mucho en la vida, les han ocurrido desgracias que no quiero banalizar. Aunque también es cierto que los problemas no ocurren sólo a unos pocos. A todos nos acechan, tarde o temprano, la inseguridad, el miedo, la escasez, el desamor o la muerte. Lo que marca la diferencia es cómo reaccionamos ante la adversidad. Conocemos muchas personas que, ante un problema mínimo, se quejan de su mala suerte o echan la culpa a alguien de su pasado del comportamiento propio actual. Sin embargo, otras personas con problemas mayores caen y se levantan sin aspavientos, superando las etapas del duelo con paciencia y utilizando esa experiencia para salir adelante. Levanto mi copa por aquellos generadores de buena suerte que, altruistamente, piensan antes en el bien ajeno que en el propio, reaccionan ante los infortunios sin quejas, reproches o excusas y sacan lo mejor de quien tiene la suerte de vivir a su lado.