Gracias se pronuncia de una forma equivalente en sueco (tack) y en danés (tak). Para las personas que no tenemos demasiadas aptitudes lingüísticas, es una suerte que con una sola palabra, de tan pocas letras, pueda transmitirse ese breve pero importante mensaje en nada menos que dos idiomas.

Resulta más útil de lo que parece dominar esas pequeñas fórmulas de cortesía en una lengua desconocida. Establece una empatía con el interlocutor. Al ir a Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares o Galicia y cuando oigo que en un lugar hablan en su idioma originario, me gusta comenzar dando los buenos días en él. Aunque rápidamente deba introducir una frase en castellano (a fin de que sean conscientes de lo limitadísimo de mis habilidades). Generalmente lo agradecen. Además, da la imagen de una España amable.

En Navarra en particular y en los territorios vascónicos en general, son muchas las personas que ni saben euskera ni tienen intención alguna de aprenderlo, pero sí dominan un puñado de palabras para emplear en similares circunstancias. Ahora sucede también en los ambientes vascófonos con inmigrantes procedentes de diversos países del mundo, pero que tienen ya cierto arraigo aquí y conocen su realidad lingüística. Por otra parte, esto favorece una actitud recíproca, de interés y estima por la cultura propia de cada una de esas personas.

Es, ciertamente un patrimonio modesto (con la agravante, en mi caso, de que la mayoría de las palabras se me olvidan al poco de terminar las vacaciones), pero no carente de valor. El utilizar unas elementales fórmulas de cortesía en otros idiomas favorece la convivencia.

Pues eso, tak.