Qué gozada verlos abrazados al final de su partido de Roland Garros. El resultado no cuenta.

Comparemos:

-Los tenistas :

Están orgullosos de sí mismos y de su rival.

Desean que el otro esté en plena forma para disfutar del partido y hacer disfrutar a los espectadores. Quieren ganar en un gran partido del que estar orgullosos ambos.

Aunque pierdan se sienten bien.

Son un ejemplo de deportividad.

Los futbolistas :

Desprecian a su rival.

Desean que se lesionen los mejores jugadores del otro equipo para ganar como sea. El orgullo es sólo la humillación del rival.

Si ganan se ríen de éste. Si pierden se asoman infierno de la decepción.

Son un ejemplo de antideportividad. ¡Qué tristes diferencias!