Paseaba una mañana Sócrates por la acrópolis cuando vio pasar a Aifilondo en bicicleta.

-¿A dónde vas tan de prisa, tal vez a algún centro de salud a solucionar problemas? - le preguntó.

-Estás en lo cierto, voy a dar una charla

-¿Otra? ¿ No sería mejor establecer un diálogo?

-Tal vez, pero el asunto es grave y urge solucionarlo, vamos a poner en marcha un nuevo protocolo.

-Enhorabuena, conociéndote seguro que el objetivo es racionalizar la actividad con el fin de ahorrar recursos y mejorar la atención del usuario, pero, ¿no es cierto, amado Aifilondo, que los centros nunca estuvieron tan colapsados como ahora, después de cuarenta años inventando protocolos?

-Una vez más demuestras gran conocimiento Sócrates, porque sí que los fenómenos coinciden en el tiempo, pero con este nuevo vamos a revertir la situación.

-Muy bien, Aifilondo, entiendo que con revertir te refieres a volver a la situación anterior, cuando la gente iba al médico si estaba enferma y deshacerse de una garrapata era un juego de niños.

-Exacto -dijo Aifilondo- vamos a educarles, ¿me explico?

-Querrás decir reeducarles, teniendo en cuenta que lleváis cuarenta años educando para la salud, y no sé si con educar te refieres a hacerles menos dependientes de la opinión de los sofistas.

-Queremos empoderarles, Sócrates ¿me explico?

-Genial, veo que estás a la última, Aifilondo, pero dime, ¿qué crees que opinaría Pitágoras en caso de que os dignáseis a consultarle, acerca de la cantidad más adecuada de reglas, consejos y protocolos con los que gobernar cualquier negocio, en concreto un centro de salud?

-Claro Sócrates, ya te entiendo, sin duda recomendaría simplificar, pues es más fácil atender a un consejo que a un ciento. Pero de esto se encarga el estadístico y los de gestión del conocimiento.

-Qué gran idea Aifilondo, por cierto, el otro día me encontré con Hipócrates.

-Un gran sabio, Sócrates, aunque sus enseñanzas no son tan eficientes como las de los sofistas.

-Tal vez a corto plazo, Aifilondo, el caso es que me confesó que él también os asesoraría con gusto, y hasta tuvo la generosidad de adelantar un consejo, pues está al tanto de la situación tan crítica que vive la medicina en la polis. Me dijo que cuando le toca curar a un enfermo de empacho, en lugar de más pastillas le recomienda ayuno.

-Me voy corriendo, Sócrates, que soy imprescindible.

-Ve con Zeus, yo sigo buscando a Alcibiades.