Solo veintisiete son, y aun cuando lo veo a diario, siempre hecho en falta alguna al recordarte, abecedario.

La H al no sonar por ser muda, hace que te preguntes: ¿de qué me sirve esta letra, si solo me ofrece duda? Y es que por ser femenina y necesitar compañía, se une de pronto a la C, para poder decir chimpancé.

La N la tiene cualquiera, más la Ñ solo nosotros y, por ello, nos envidian, tanto unos como otros, llegando hasta un punto tal que nos la quieren quitar y hemos de defenderla a ultranza, porque estamos ya hasta el moño y poder gritar con holganza ¡basta ya coño!

La V y la B dudas nos crean y también serios problemas con lenguas que nos rodean, más cuando decimos: ¡buen vino!, nadie lo va a corregir, por ser el mejor camino.

Z y C poco nos hacen dudar, siendo de todas las letras, las más fáciles de aplicar.

Son la J y la G las más difíciles de acertar, pues aunque sean varias las reglas que te indican cual usar, a veces al complicarte y no saber cual poner, las terminas maldiciendo: ¡qué pongo yo aquí, joder!

Tampoco nos ofrece dudas la singular letra Y, ya que al ser importada de Grecia y la otra del latín, enseguida reflexionamos diciendo: sin duda es esta ¡jolín!

Con solo veintisiete te asombras de todo lo que puedes hablar, e impresionado te quedas al ponerte a comparar que en la música, solo con siete, todo el mundo puede hablar, por eso con esta lengua, ¡hemos de encontrar la paz!