Y más cosas. Cuando llegamos a Moscú, la Policía rusa al comprobar nuestros pasaportes, se vio sorprendida porque la guapa Maite, mujer de Velasco, estaba a mi lado y, en cambio, mi guapa mujer María Ignacia estaba al lado de Velasco. Esto supuso una verdadera alarma social, que duró solamente 15 minutos, cuando se aclaró que mi mujer era María Ignacia y que Maite era la mujer de Velasco. Fueron 20 minutos de angustia porque aquel avión nos estaba esperando para llevarnos a Tokio. Nuestras mujeres lo pasaron bomba a ver nuestras serias caras en aquellos momentos.

Nos recibieron en Yamaguchi más de cien japoneses con banderitas españolas y nosotros llevamos nuestra ikurriña como si fuesen pañuelos. Ahora me toca hablar del dichoso balón que me regalaron los japoneses dedicado a mi hijo Óscar, uno de los mejores jugadores de los muchos que tuvo el Xota. Utilizar ese balón en el Anaitasuna fue harina de otro costal. Nos aclararon que ese balón no era el más apropiado para ese pabellón. Intenté hablar con ellos pero siempre estaban ocupados. Lo de tirar la piedra y esconder la mano se repitió en aquellos momentos. Está claro que en aquellos momentos ser concejal por el Tercio Familiar, como era en mi caso, no les hacia ninguna gracia.

Y años más tarde citaron a algunos concejales para que comentasen la cabronada que supuso la presencia de la policía armada en la plaza de toros con la muerte de Germán y más de 50 heridos que no pudieron presentar sus lesiones porque los médicos de turno lo impidieron. Entra en escena Javier Labairu, en estos momentos concejal del Ayuntamiento de Pamplona, que se le olvidó llamarme a esa charla dada mi doble condición de anaitasunista y de concejal del Ayuntamiento en aquel doloroso día del 8 de julio. Ver para creer. Este desastroso Labairu ya nos aclara que la ikurriña no se verá en el balcón consistorial como se veía en nuestros tiempos en aquel ayuntamiento vecinal, a partir de 1976, aprovechando la muerte de vuestro amigo Franco, evitando que nos fusilasen. Supongo, queridos y queridas lectoras de mi DIARIO DE NOTICIAS, que aquel balón japonés lo guarda mi hijo en su casa (que se libró de ser pinchado en el Anaitasuna).