La coincidencia en estos días de la Cumbre del Clima en Madrid, la publicación del resultado de las pruebas PISA 2018 y la realidad de los menores extranjeros no acompañados en España me han conducido a desempolvar un viejo documento. Lo redactó el Centro de Desarrollo Curricular del Ministerio de Educación y Ciencia en 1995. Se titula Inmigración: diversidad cultural, desigualdad social y educación. Tiene 144 páginas y ofrece una bibliografía de 102 obras nacionales y extranjeras. Sirva para desmentir a quienes proclaman que los españoles no estábamos preparados para el anunciado fenómeno migratorio del siglo XXI.

Expongo a vuela pluma algunas de las ideas más destacadas del principio del documento:

1. La convivencia intercultural es positiva y enriquecedora a condición de aprender a gestionar los conflictos que se derivan inevitablemente de ella.

2. Somos una sociedad, más que de acogida, de instalación de estos colectivos migrantes.

3. El fenómeno sitúa al sistema educativo, a la escuela, en el ojo del huracán, por tres razones:

3.1 . La escuela es el principal espacio de socialización de los individuos. Hay que romper la tendencia homogeneizadora de nuestra escuela. ¿Cómo es posible educar hoy, con métodos y actitudes de ayer a los ciudadanos del mañana? Soy optimista. Esto parece estar ya superado.

3.2. Escolarizamos ya a la segunda y tercera generaciones; los hijos y nietos de los primeros migrantes. Están más integrados que sus padres en la sociedad de instalación, pero padecen una mayor inadaptación social y laboral; se sienten extranjeros en el país donde viven y también extranjeros en el país de origen de su familia.

3.3. La escuela es un centro privilegiado de negociación intercultural. Realiza un trabajo de mediación intercultural.

4. Hay que abordar la pedagogía intercultural. Las actitudes y la ideología del profesorado son más importantes que el dominio de técnicas concretas y metodologías adecuadas. Nuestras sociedades son cada vez menos monoculturales y quizás más excluyentes. Es un hecho la presencia creciente entre el alumnado autóctono de hijos e hijas de trabajadores extranjeros extracomunitarios. Hay que trabajar la sensibilización ante esta realidad. El reto: “Tomar la opción de la pedagogía intercultural es adentrarse todavía por un duro y difícil camino montañero y no por una autovía, en el cual la creatividad, la autocrítica y la reflexión evaluadora de los pasos que vamos dando son casi los únicos indicadores de que disponemos”(sic).

5. Con frecuencia dudamos sobre quiénes emigran. Estamos mucho más seguros de quiénes no emigran: los viejos, los débiles, los enfermos, los discapacitados. Los que migran no vienen de la miseria sino de la pobreza. Quizás descubren la miseria entre nosotros. No emigran hacia la riqueza que es tan inicua como la pobreza. Emigran hacia la justicia. ¿Se estarán equivocando?

6. A los actuales movimientos migratorios se les llama push and pull (literalmente: empujón y estirón). Las circunstancias personales y ambientales del país de origen les empuja, pero tan importantes o más son las condiciones del país de destino, reales o imaginadas, que estiran al emigrante.

7. La teoría de las tres D: Desarrollo, Demografía, Democracia. En el Mediterráneo la demografía es un reto geopolítico de primera magnitud e importancia. Ya en El Cairo, en septiembre de 1994, en la Tercera Conferencia sobre Población y Desarrollo se veía el problema de distinta manera desde el Centro (los países desarrollados del norte) que desde la periferia (el sur; los países más pobres). Unos defendían que la pobreza es la causa de la excesiva natalidad, mientras otros creían que el exceso de natalidad es lo que provoca el problema de pobreza. De los 960 millones de analfabetos en el mundo, dos tercios son mujeres; ignorantes y sin posibilidad de poder planificar su maternidad.

8. Escribía Adriana Kaplan en 1993: “Los otros están aquí: ¿les hemos llamado o nos devuelven la visita? Lo importante es reconocer que vivimos en un mundo en movimiento, donde el conocimiento del otro nos cuestiona a nosotros mismos pero también nos acerca al conocimiento de la lejanía. En definitiva, ya va siendo hora de que dejemos de mirar nuestro hermoso y estrangulado ombligo para enterarnos de que la percepción enriquecedora de la otredad nos da cuenta realmente de la existencia del mundo”.

Reflexionar no es suficiente. Tenemos que actuar.

El autor es profesor jubilado