Animado por Salvador Garín Zabala y algún colega más desde la Residencia San Jerónimo de Estella-Lizarra, donde la pandemia no ha hecho su aparición, dedico este comentario sobre la dichosa crisis del coronavirus que tanto está dando que hablar por sus graves consecuencias, no en nuestra ciudad sino en la Comunidad Foral, el Estado y el resto del universo, por sus gravísimas consecuencias en número de fallecimientos a través de personas infectadas que aparecen en cada momento en los medios de difusión. Y lo que nos espera según las profecías.Pues hombre vamos a procurar localizar a ese ya famoso coronavirus del que tanto se habla y vamos a exterminarlo. Desde mi longeva edad, voy ya pronto hacia los 91 años, he conocido plagas y horrendos crímenes de guerra. Recuerdo la tuberculosis, la fiebre amarilla y otras epidemias. Las he vivido desde mi refugio en las torres del Pilar en Zaragoza en la guerra del 36, y luego la postguerra y otras en forma de tormentas que se llevaban las tapias del estadio de Merkatondoa y el puente de Capuchinos y algún vecino de Allo arrastrado por las aguas que bajaban por todos lados de Montejurra (dichoso monte).Recuerdo como un hecho anecdótico aquella frase de ¿Dónde está el penalti?…. que lo mato!, ocurrido en Igúzquiza (tierra Estella) cuando en los años largos de 1940 un equipo de fútbol de Estella fue a jugar un partido al pueblo chaparrero, un lugar que de fútbol nada se sabía, ni mucho menos de las reglas del juego. Por una parte jugaban una selección de deportistas locales. En un momento dado, el árbitro pitó una falta grave (penalti) contra los de casa. Muy pocos sabían que era eso, pero era una falta grave para el pueblo. Aquello sentó muy mal al público que acudía por primera vez a ver aquello que llamaban fútbol. Penalti contra el pueblo, penalti por aquí, penalti por allá, la guerra amos. Tanto era así que el público, que no entendía nada, comprendió que era una mala cuestión para Igúzquiza y que podía quedar en tragedia. El partido se jugaba en una finca recién segada. Total, un gran disgusto hasta que un hombre fornido y con voz grave decide todo enfadado entrar al terreno de juego lanzando un fuerte grito “¿Dónde está el penalti, que lo mato?”.Esto viene a cuento del famoso coronavirus, esa peste que nos ha llegado. Una realidad muy grave, muy seria y, visto desde San Jerónimo, donde sus moradores y al unísono salen cada día a la terraza con las canciones y manos alzadas siendo correspondido desde los balcones por los vecinos del barrio de Arieta. Esto sucede todos los días a las 8 de la tarde ya anocheciendo. Es toda una gesta de los residentes, sus trabajadores, con David Cabrero, director, como uno más en la lucha para hacer frente a la pandemia. Vamos a matar, no el penalti, sino al coronavirus desde San Jerónimo.