Es bastante habitual escuchar comentarios sobre los injustificables, injustos e incomprensibles privilegios de toda esta familia. Así como sobre algunas de las conocidas sinvergonzonerías del emérito Juan Carlos, al que la prensa le regala el don. Como la Constitución es intocable en lo que no se quiere tocar, seguiremos anhelando que algún partido político lo plantee en serio. Quienes nos encontramos con la monarquía porque Franco quiso cuando ya no iba a estar él y quienes no han conocido otra cosa, lo consideraríamos democrático. Por preguntar no se ofende.Soy consciente que estas palabras no servirán para nada, salvo para que quien las lea muestre conformidad o disconformidad con lo expuesto. Es lo único que puedo hacer. La alternativa de callarme y mascullar el exabrupto que se merecen no me aporta nada. Al tratar de transmitirlas, pongo mi grano de arena para que desaparezca este pestilente tema.Que la prensa estime oportuno o no publicarlas, ya no es cosa mía. Agradezco si lo publican y callo si lo desestiman, pero yo hago lo único que está en mis manos, además de votar a quienes creo que deberían hacer bastante más para solucionarlo porque saben que pueden hacerlo. Se limitan a jugar y amagar sabiendo que no dan. Ni rozan.Parece que Felipe VI, el monarca Borbón, va a tomar no sé qué medidas respecto a su padre. Medidas que no dudo serán acordadas y compartidas placenteramente por el emérito con la única finalidad patriarcal de lavarle la cara al hijo y que sigan él y sus descendientes con el chollo heredado, curiosamente, de su antecesor en el nombre, Felipe V, hace unos cientos de años.Al emérito, acuerden lo que acuerden, nadie le va a quitar lo bailao ni lo regalao. A toda la real familia, los actuales comentarios le afectan muy poco, nada. La imagen se la suda. Ya la irán maquillando y el tiempo hará el resto. No les quita el sueño, como no lo han perdido nunca ante lo divulgado y lo que sólo ellos conocen. Han vivido y viven de nosotros y hasta se les ha aplaudido.Tampoco a quienes se unieron a ella. Casualmente, Cupido se cruzó en sus vidas y pudieron beneficiarse, además del real amor, de los chollos de sus parejas a los que no van a renunciar. Escribo todo esto pensando que, entre mis derechos, está poder opinar sobre esta familia. Les pago el sueldo. Espero que su inviolabilidad no llegue hasta impedir que mis neuronas sean libres para repetir sus vergonzosas y divulgadas verdades, aunque otro monarca, Felipe González, el de las cloacas, los alabe. Es el peor favor que les puede hacer. Si no puedo hacerlo, pido disculpas por esa ignorancia. Les diré a mis neuronas que no vuelvan a enrollarse en este tema, que es pecado.