s una patología que se diagnostica por el orientador y la tutora de cada centro. Sintomatología: el niño que padece este trastorno manifiesta déficit de atención, nerviosismo, problemática conductual, etcétera. Los padres, cuando el orientador o tutora les llama personalmente, quieren pensar por encima de todo que su hijo es muy movido, y que los que le rodean le incitan a adoptar actitudes erráticas.

Pero es un engañabobos no querer asumir que su hijo sufre una patología, posiblemente endógena.

He estado trabajando 35 años en aulas de apoyo a alumnos deficientes severos, deficientes profundos, haciendo inmersión lingüística, con alumnos de etnia gitana con grave desfase escolar por su desidia y problemática conductual, y ante todo, hay que transmitir a ese alumnado el respeto hacia él mismo y hacia los demás.

En lo que respeta al aula, este alumno hiperactivo se manifiesta levantándose muchas veces, vociferando, y sin prestar atención a lo que la tutora le está explicando. Es baldío, a veces, trabajar con estos niños, pero con paciencia y material didáctico adecuado se pueden conseguir objetivos anteriormente programados.

En una ocasión, tuve una reunión con padres de niños hiperactivos. Estos pedían que se les censase, y la administración les denegó la opción. Desconozco si ahora ocurre lo mismo.

El desfase escolar del hiperactivo ronda un ciclo completo, que son dos cursos escolares, y, a veces, se les promociona para no herir su autoestima. Estos casos quieren que se les trate con afectividad y empatía.

La repetición de curso deriva en que este alumno se sienta avergonzado, introvertido, sumiso y vejado por no estar con sus amigos de siempre.

En algunos casos, a este tipo de alumnado, con su diagnóstico pertinente y fiable, el médico lo medica y en ocasiones, los afectados se quedan somnolientos durante el horario de clases, y se quedan ensimismados, como en otro mundo, sin prestar atención, transcurriendo la sesión sin haber asimilado ninguno de los conocimientos impartidos.

Existen fichas que mitigan y puede que atajen ese problema que les impide desarrollarse personal y académicamente.

Yo soy contraria a la medicación, porque los efectos secundarios no siempre son los deseables, y con paciencia y cariño se puede conseguir aquello que algunos creían que no era viable.

Los alumnos hiperactivos, en ocasiones, se sienten aislados, y ello da lugar a maltrato psicológico y a situaciones de bullying. Para eliminar esta posibilidad, el docente debe estar ojo avizor constantemente, pero sin llegar al punto de agobiar a quienes estén en este caso, para no hacerles sentirse diferentes.

La promoción forzada de este tipo de afectados originará un desfase escolar acusado aunque, con un poco de suerte, hará que algunos lleguen a cursar un módulo profesional dirigido a las áreas académicas encaminado a salidas laborales en diversos gremios como hostelería, auxiliar sanitario, trabajo manual€ Se les enseña a ser autónomos en todos los contextos sociales en los que se desenvuelva nuestro chico o chica, y a respetar y ser respetado, y a tener habilidades sociales para manejarse de manera diligente.

Hay padres que llevan a sus hijos al psicólogo y éste les da el mismo material didáctico para tratar su patología, y les parece más fiable el diagnóstico de un psicólogo que de un docente. En cierta ocasión, estaba llevando en mi aula de apoyo un caso de hiperactividad, y es curioso, pero cuando estaban conmigo, su atención era lo prioritario y trabajaban despacio y reposadamente. Porque este tipo de discentes requiere una paciencia infinita.

Concluyendo, cada vez se dan más casos de hiperactivos y problemas de conducta. Todo el personal que incide en el caso debe ser conocedor de todo tipo de opciones para apoyar a quienes se encuentren sumidos en esta problemática.

En lo referente a los padres, tienen que ser conocedores del déficit que poseen sus hijos, y, ante esto, deben asumirlo y ayudarles en cualquier circunstancia.

La autora es exprofesora de Pedagogía Terapeútica