El pasado sábado día 7 desayuné, como es mi costumbre, mi cafelito con una pieza de bollería acompañado de la lectura de la prensa local.Para mi sorpresa me encuentro con la noticia de que don Francisco baraja ofrecer la Catedral de Pamplona a la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz los días 19 de cada mes para que celebren misa en conmemoración del triunfo del golpe militar acontecido el 18 de julio de 1936, ya que quedaron canceladas las que celebraban en la cripta del monumento a los Caídos por la situación epidemiológica provocada por la pandemia de la covid-19. Don Francisco nos explica que considera que habría que adaptar y renovar los estatutos de dicha hermandad al Concilio Vaticano II, y que “no hay que darle más importancia a aquello que es lo que es, un acto de adoración y de petición por todos, como ocurre en el valle de los Caídos, que no se pide solo por unos sino por todos”.Desde estas líneas le expreso mis reflexiones don Francisco:

- Usted, don Francisco, tiene el honor y el privilegio de presidir la Silla Episcopal de la Catedral de Santa María la Real de Pamplona y la de la Catedral de Santa María la Mayor de Tudela como arzobispo metropolitano de la Archidiócesis de Pamplona y Tudela, recibiendo el palio arzobispal en 2008 por el papa Benedicto XVI.

- Vivimos en una sociedad democrática, en la que rige el Estado de Derecho y el Imperio de la Ley, la separación de poderes y la separación Iglesia-Estado, y en la que la soberanía popular reside en la ciudadanía.Los tiempos del nacionalcatolicismo han pasado afortunadamente a la historia, don Francisco.- Las leyes en este país son de obligado cumplimiento para todas y todos, incluido usted, don Francisco.Claro que hay que darle importancia, y mucha, a la celebración de un acto sagrado que incumple con la Ley de Memoria Histórica en la sede de la Archidiócesis que usted preside, don Francisco.

- Va a provocar un gran sufrimiento a los familiares de las personas represaliadas sumariamente y asesinadas en Navarra durante la terrible guerra civil que padecimos. Usted, don Francisco, se debe a todas y todos sus feligreses, es el arzobispo de todas y todos ellos independientemente de su ideología o posición. Su afirmación “como una gran familia en la que nadie sobra y todos somos necesarios” es un acto de demagogia.Con sinceridad, creo que ha tenido una ocurrencia sobre la que no ha reflexionado adecuadamente. Esperando que así sea, vaya con dios, don Francisco.

Solo le pido a Dios

Que la guerra no me sea indiferente

Es un monstruo grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente

Solo le pido a Dios

Que lo injusto no me sea indiferente

Que el dolor no me sea indiferente

Que el engaño no me sea indiferente

Que el futuro no me sea indiferente