En mi pueblo es una presencia habitual; los coches rojos, los faros, esa presencia de humanos jóvenes y capaces. La ira y la tristeza es un buen cocktail para dar paso al atrevimiento. Recuerdo mi voz angustiada: "Por favor, vengan urgente, aquí hay un gran número de jóvenes gritando, juntos, sin mascarillas, meando en la calle, con síntomas de embriaguez". Y rebobino mi emoción; llegarán enseguida€Pasó una hora y media y todo seguía igual€ A las diez todo se fue silenciando, todo por lo menos en el sitio donde me encontraba. Ahora lo pienso; ¿ha merecido la pena denunciar la situación? ¿Ha servido de algo?Quizás necesitaba protección y no la sentí. Quizás quisiera que la realidad fuera de otra manera.Pido perdón por no ser capaz de enviar una nota más llena de fe en nuestros cuidadores.