Dar vueltas a la cabeza: cavilar, atormentarse, agotarse, agobiarse, tener dificultades. Así es como se levantan cada día las trabajadoras del EMAD (Equipo Municipal de Atención a Domicilio del Ayuntamiento de Pamplona). Hablo en femenino porque la plantilla es así, con toda la carga que ello supone.Mucha mujer, mucha jornada precaria, jornadas partidas, mucha temporalidad, familias monomarentales, hijos en edad escolar, el trabajo sociosanitario como soporte principal y a veces único sostén del hogar, mujeres migrantes, trabajadoras mayores...Las noticias de la intención de Navarra Suma de crear una empresa pública y sacar de la gestión directa este servicio ha supuesto un nuevo jarro de agua fría en un año de miedo e incertidumbre. El sector del cuidado casi siempre habita en el olvido de los despachos.Hubo un momento de esperanza en que nos sentimos socialmente reconocidas como servicio esencial, pero los aplausos de balcones y ventanas quedan ya muy lejos y con los aplausos y las medallas no se come.Desde que se inició la pandemia hemos sentido un torbellino de emociones. Nos hemos sentido solas, vulnerables, angustiadas, con miedo a contagiarnos y sin querer contagiar, tristes... pero no hemos abandonado. Hemos dado y seguimos dando lo mejor de nosotras mismas todos los días del año porque somos profesionales vocacionales. Conocemos a las personas usuarias y a las familias y vemos sus necesidades y los cambios día a día.Nosotras también estamos sufriendo muy duramente esta pandemia, que ha acrecentado nuestra vulnerabilidad y aislamiento y que está mermando nuestra salud física y psíquica.Queremos seguir ofreciendo un servicio de calidad. Es en los domicilios donde realmente se nos valora. Se agradece nuestro trato, nuestro cariño, la escucha, la atención exquisita y sin prisas, el respeto, el apoyo… Sus sonrisas y las nuestras se ven debajo de las mascarillas y los ojos brillan. Queremos seguir llevándoles un poco de alegría y un soplo de aire fresco.Queremos que el servicio se potencie para que quienes nos necesitan puedan seguir en su entorno, que es lo que quieren, y no se vean forzados/as a marchitarse e institucionalizarse. No confiamos ya en las buenas palabras de nuestros gobernantes. No confiamos en el modelo de gestión que quieren implantar. En lugar de hacer una buena diagnosis y establecer medidas para gestionar correctamente el dinero público, quieren sacarnos del amparo del Ayuntamiento.Que no quepa la menor duda a la ciudadanía que todos esos cambios, en aras a criterios de eficacia y eficiencia, quieren hacerse a costa de los derechos de las trabajadoras, con la repercusión que ello va a conllevar en la atención.Necesitamos una apuesta firme por un servicio de atención domiciliaria público y de calidad.