No me refiero al químico, que calcula el pH de un compuesto, sino al político. Sí, aunque sorprenda, existe un test de tornasol que evalúa el nivel democrático de un candidato. Tiene en cuenta tres factores: desligarse de forma inequívoca de la violencia, negarse a limitar los derechos y libertades de los rivales y no cuestionar la legitimidad del sistema democrático ni del gobierno electo.Tal vez no sea perfecto, pero por su extrema sencillez, la carencia en un solo punto es suficiente para poner en duda el compromiso democrático del político en cuestión.A pesar de que España se encuentra en el selecto grupo de países con democracias plenas -siempre mejorables-, la pluralidad de algunos líderes deja mucho que desear. ¿Imaginan qué ocurriría si fuera obligatorio? Que cada cual cavile su respuesta.