La muerte me está enseñando a amar la vida más si cabe. La muerte viene de repente y te pilla por sorpresa porque es algo en lo que no nos gusta pensar. Nunca había vivido un proceso de duelo tan doloroso como éste. Un proceso que me ha enseñado a mirarme por dentro, a dejarme ser y sentir, a tratarme con delicadeza y a darme mi espacio. Todavía tengo mucho que aprender porque mi herida sigue abierta. Y es que la muerte nos hace un poco más humanos porque forma parte de la vida. A veces, algunas personas se van antes de tiempo, como mi madre. Y entonces nos sentimos desbordados por la tristeza, no comprendemos la vida e incluso llegamos a cuestionárnosla. La muerte se lleva a personas sinceras, bondadosas y luchadoras, es muy injusta.La muerte me ha acercado a Goizargi y allí he comenzado a entender mi proceso de duelo. He aprendido a escuchar los duelos de otras personas y a acompañarnos mutuamente. El Equipo A me ha brindado un espacio donde poder crecer, un espacio libre de juicios donde las lágrimas y las sonrisas se mezclan sin parar. Un lugar donde nos permitimos mostrar nuestro lado más humano, ese lado doloroso por una pérdida cercana, o incluso ese lado que necesita disfrutar con pequeñas cosas de la vida.En el Equipo A compartimos memorias y recuerdos de las personas que más queremos y que más nos han hecho sentir. Cuando llegamos al grupo nuestros corazones estaban hechos añicos. Ahora nos sentimos con más fuerza para mirar a la vida de frente y decirle que no le tenemos miedo porque tenemos mucho que contar y nuestras historias tienen mucho que decir. Los recuerdos de nuestros muertos siempre permanecerán vivos como aquellos días en los que salía contenta del cole y te abrazaba con esperanza o esos otros paseos que pudimos dar por Oporto. Son tantos momentos mamá, que aunque la muerte nos haya alejado, siempre voy a sentirte en lo más profundo de mí. Gracias una vez más por enseñarme tanto aún desde la distancia.