sí dicho, parece que estamos juntando el chorizo con la velocidad, por lo que habrá que explicarlo un poco. De paso sabremos por qué la Mancomunidad se ha embarcado en esta iniciativa.

Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía por su trabajo sobre los bienes comunales, tan habituales en Navarra, establecía una serie de principios que comparten todos aquellos sistemas comunales que han sobrevivido hasta nuestros días. Básicamente han de contar para su funcionamiento con unas ordenanzas claras, justas, adecuadas a la realidad, modificables y opinables por los propios usuarios. También debe haber un sistema que monitorice si las reglas se cumplen o no, y sanciones graduales para quienes no las cumplan. En caso contrario, los sistemas comunales entran en crisis y llegan a quebrar debido a los abusos de quienes de forma egoísta no cumplen las normas.

Lo comunal, lo de todos, es muy amplio. Puede abarcar desde los pastos del ganado hasta la fibra de Internet, desde los recursos forestales hasta la gestión de los residuos. Por supuesto, todas estas cosas se pueden hacer también de forma privada, pero hoy por hoy en la Comarca de Pamplona los residuos los gestionamos de manera pública. Y así queremos que siga siendo. Por eso necesitamos avanzar y estar al mismo nivel de monitorización que otros servicios. Debemos de saber en tiempo real si en esta o aquella calle se usan de manera inadecuada este o aquel contenedor, y reaccionar rápidamente. Dedicamos una cantidad ingente de recursos para sensibilizar e informar a la ciudadanía de forma general y a veces tenemos la impresión de predicar para los ya convencidos. Ahora vamos a poder incidir quirúrgicamente en aquellos puntos en los que detectemos carencias. No estamos vigilando a la ciudadanía, sino al sistema. Informaremos y formaremos donde detectemos fallos y, si no hay más remedio, colaboraremos con los ayuntamientos para sancionar a quienes dejen la bolsa o los voluminosos fuera del contenedor, con sanciones justas y graduales, nada que ver con el uso de la tarjeta.

Esta tarjeta se limita a detallar cuántas veces un domicilio usa uno u otro contenedor, lo que resulta irrisorio si lo comparamos con el control ejercido por cualquier otro servicio prestado por corporaciones privadas que disponen al minuto de nuestra privacidad (telefonía, internet, electricidad). No estamos obteniendo datos de las personas, no sabemos qué residuos depositan, tan sólo obtenemos datos de las viviendas, lo que demuestra que la voluntad de este sistema no es monitorizar a las personas ni sancionarlas por el uso que hagan de la tarjeta. Y por lo que sabemos, esto funciona. La implantación de estos contenedores en la prueba piloto de Azpilagaña y Nuevo Artica ha reducido a la mitad la basura que va al vertedero y ha triplicado la recogida de la materia orgánica.

Aún hay que mejorar, pero ambientalmente es un éxito y en lo económico también estamos hablando de muchos miles de euros no gastados en enterrar residuos. Hemos aprendido algunas cosas y por eso vamos a abrir por ahora todos los días los contenedores, que además disponen de pedal de apertura y pueden abrirse con una aplicación para el móvil. Ya no hay excusas, la tapa se abre muy fácilmente y nadie a la vez pierde su teléfono y se le olvida en casa la tarjeta.

No podemos seguir permitiendo que el egoísmo y mal hacer de unos destruya y contamine lo que la mayoría realiza correctamente, poniendo en riesgo el bien común.

*El autor es presidente de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona