levo varios días leyendo en la prensa sobre la película Maixabel y la celebración de los 10 años en que ETA hizo el cese definitivo de su actividad armada.

Suceso este que me pilló estando en la India, a donde mi buen amigo José Zamora me envió la noticia por email, lo celebré y me ayudó a tomar un poco de calma.

Trabajaba yo de administrativa en la oficina del PCE el 12 de septiembre de 1980, en la que al mediodía estalló un artefacto que no mató a nadie, afortunadamente, aunque fue puesto con intención de matar. Por circunstancias del destino, en ese momento yo estaba en el baño, y la bomba arrancó la puerta de entrada que atravesó el local para salir por la ventana arrastrando y destrozando todo a su paso. Mi mesa, mi silla, mis cosas personales volaron a la calle junto con otros utensilios de la oficina. Unos minutos después explotó otro artefacto en la sede de UGT.

Bien, siempre se nos hizo creer que este atentado había sido obra de ETA, pero por ciertas circunstancias personales, en el 2013 inicié el proceso de reconocimiento de víctima de terrorismo y desde el Ministerio de Interior me informaron en una carta que dicho suceso ellos lo tenían atribuido a la organización terrorista Triple A.

No habían sido nuestros chicos a los que desaprobábamos si, pero tendremos que revisar cómo desde un sector de nuestra sociedad no éramos más duros criticando y censurando sus actos.

En ese mismo momento explotó en mi interior un tema que yo tenía callado hasta que me empecé a documentar.

La Triple A, ¿cómo siempre nos hicieron creer otra cosa? ¿Cómo desde el PCE no se hizo algo para buscar más la verdad? ¿Cómo se calló, se tapó?

Bien, celebrando este día de hoy con todo mi corazón, quiero reivindicar a las otras víctimas, las más desconocidas, a las que no se les pone cara a sus agresores... que están parapetados, creo yo, en oficinas del Ministerio del Interior y despachos, protegidos, sin que nadie les pida arrepentimiento, resarcimiento a las víctimas. Es necesario saberles, conocerles para poder pasar página del terror, horror y miedo que también estos crearon. Ellos también eran y ejercieron de asesinos.

Estoy en la línea de las segundas oportunidades, de salir del rencor, de la rabia y el dolor que esto produce, a las víctimas, a su entorno, familiares, amistades y a la sociedad... Para ello, creo yo, es necesario hablar, contar, hacer una vida con convivencia, el recuerdo. El dolor no lo pueden quitar, pero sí ayudar a calmar desde el conocimiento, desde el poner todas las piezas (o las más posibles) a este puzzle y desde ahí restablecer una sociedad en armonía.

Celebraré ese momento donde todas las víctimas, sean de donde sean, vengan de donde vengan... sean reconocidas como tal, sin doble moral ni puertas traseras ni diferente varas de medir.

Para esto necesitamos el apoyo de toda la sociedad, pero, evidentemente, también de los organismos oficiales que manejan datos, archivos..., que tengan la catadura moral, la empatía y convencimiento de que ésta es una forma de empezar a andar y construir una sociedad más estable y en paz.

Aplaudo al Gobierno de Navarra, al de la Comunidad del País Vasco por el esfuerzo que están haciendo en equiparar y reconocer a todas las víctimas, es un buen momento para la reconciliación, la paz y la armonía de nuestra sociedad.

Eskerrik asko. Gracias.