Qué maravilloso cosquilleo cuando, por estas fechas, en las sociedades, peñas, prensa y conversaciones cotidianas comenzamos a discutir acaloradamente sobre todas nuestras pamplonadas relacionadas con las fiestas más grandes del mundo. Todo esto significa que ya estamos ansiosos por celebrarlas y más después de dos años de miseria. Estos debates tienen nula trascendencia vital, pero son el termómetro más fidedigno para marcar la pasión que sentimos por San Fermín y por el amor a nuestra Vieja Iruña; una Pamplona chiquita y apañada pero para qué queremos más.Un servidor tiene el honor de conocer personalmente y conversar en muchas ocasiones con el gran artista pamplonés Juan José Aquerreta, autor del polémico cartel de la Feria del Toro en el Centenario de la Monumental Pamplonesa.Aquerreta siempre me suscita verdadera trascendencia al hablar. Es una persona que sabe que ha corrido bien la carrera de la vida y ahora mira confiado al cielo con unos ojos y unas percepciones especiales que quienes aún corremos a trancas y barrancas, entre el barro y los afanes de la vida cotidiana, no alcanzamos a vislumbrar.Quizá desde esta misma ignorancia mía para el juicio artístico me atrevo a expresar que es un cartel desconcertante para una Feria del Toro, pero también entiendo que la Casa de Misericordia y su comisión taurina es soberana para encargar el trabajo al artista que quiera y de esta forma homenajearlo. En el caso de Juan José Aquerreta se lo tiene más que merecido.Ya falta menos. Viva la Monumental y Gora San Fermín.