Recientemente hemos visto como salia en prensa la noticia de la apertura del nuevo frontón de Mendillorri. “El nuevo frontón infanto-juvenil construido por el Ayuntamiento de Pamplona en el barrio de Mendillorri. Se ubica en la calle Concejo de Sarriguren, junto al Centro Comunitario Antzara. La inversión ha ascendido a 302.895,75 euros y las obras se han desarrollado en los últimos cinco meses”. Nueva ocasión perdida para culminar una obra de estas características con todo el fundamento. No hace falta ser de aquí para poder reconocer que el frontón es un espacio polivalente por excelencia. Zona lúdico deportiva, espacio multiusos, punto de encuentro festivo, espacio integrador intergeneracional, y otros muchos usos que pueden encajar en el. Pero gran cantidad de esos usos se han quedado restringidos por el hecho de que esta construcción no se haya rematado con una cubierta y unas pocas gradas laterales y en el rebote (que no hay). ¿Quién piensa en las personas que van a utilizar este espacio durante todo el año?¿Quiénes van a ser los potenciales usuarios y usuarias? ¿Es el Ayuntamiento consciente de donde nos encontramos, climatológicamente hablando? Nos dicen que este es un frontón infanto-juvenil, aunque yo desconocía este termino. Donde yo nací y viví, los frontones no tenían franjas de edad. Soy de la Rotxapea, y aficionado a la pelota desde crio. He visto muchas veces, en el antiguo frontón de Aldaz, echar sacos de serrín y barrer el agua de lluvia para poder jugar a pelota, siempre bajo la atenta mirada del perro de los Aldaz, que salia escopeteado a buscar las pelotas que salían fuera del frontón, a la calle Ferrocarril. En el frontón de Eugui pasaba tres cuartos de lo mismo, solo que por aquel entonces aquello estaba más abandonado que ahora, y solo se podía jugar en condiciones con buen tiempo. Estaban los micro-frontones de las entradas al Colegio Cardenal Ilundáin, que con su tamaño nos permitía la proeza de hacer más de un rebote, así como jugar mientras llovía. Pero al final el mejor frontón era el de los Capuchinos. Frontón grande y cubierto, en el que durante todo el año se jugaba la pelota, e incluso campeonatos. Frontón de triquiñuelas, donde los pilares del ancho y las barras de hierro del techo, también jugaban, y que algunos aficionados bien sabían aprovechar. Espacio intergeneracional en donde los críos aprovechábamos el rebote, mientras los mayores lo hacían con el frontis. Donde empezabas a jugar al punto si te dejaban entrar, a puro de preguntar a ver si “se puede”, y demostrabas garra para estar ahí, entre mayores. Conocimos personajes simpáticos que lo mismo se jugaban un cordero, o que jugaban solo con una mano. Los que te enseñaban sus truquillos para los efectos o las dejadas. Alguno que nos “hacia el favor” de dejarnos jugar con pelotas nuevas...Para ir domándolas. Años después de construyeron los frontones de la Rotxapea, tomando el relevo del de Capuchinos, aunque el hecho de que fueran abiertos volvía a limitar su uso. Tiempo después los remataron con las cubiertas y las gradas. Desde ese momento hasta la actualidad, los frontones de la Rotxapea se han convertido en ese espacio lúdico deportivo en el que hay una convivencia intergeneracional, así como punto de encuentro para muchas personas durante todo el año. Mendillorri va para los treinta años. Durante este tiempo nuestros hijos han vivido sin ese espacio abierto, cubierto y libre donde poder jugar, juntarse o estar, y que se haga ahora, aunque tarde, también esta bien para que otros y otras lo puedan utilizar. También los nos hemos hecho mayores podríamos aprovechar este espacio. Espacio deportivo, de ensayos de danzaris, comidas populares, conciertos, punto de encuentro y ocio para la tercera edad, juegos infantiles, etc, etc. Por eso me sorprende tanto lo de “frontón infanto-juvenil”. Unas gradas y una cubierta darán a Mendillorri ese espacio libre e integrador que todos y todas merecemos desde hace años.
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