Somos una familia resignada. Una familia que no podemos tener a nuestro familiar en casa por mucho que nos encantase porque por su enfermedad es inviable. Una familia que le visita prácticamente todos los días y que es cuando realmente ves cómo están nuestros mayores y aquí es cuando te das de bruces con la realidad.

No nos referimos a que su vestimenta tenga que ir conjuntada, ni a que tenga que ir con la ropa planchada e impoluta ni a que alguna vez le hayamos visto con orina o heces en la ropa y que nadie se haya dado cuenta. Que esta es otra realidad... Sino que nos referimos a situaciones más graves como pérdida de peso considerable por no darles de comer (siendo personas dependientes), errores en la medicación, largas horas sentados por personal insuficiente, caídas, pérdida de capacidades por dejadez... No nos referimos a circunstancias banales, sino que estamos hablando de temas muy serios.

Nos gustaría que todos y todas los/as profesionales que trabajáis en una residencia de mayores, os hicieseis la siguiente pregunta:¿dejaríais a vuestros padres y madres en la residencia donde trabajáis? Si la respuesta es negativa, nos encontramos entonces ante un gran problema. Ya que todos/as nosotros/as quizás acabaremos en un lugar así tarde o temprano, convirtiéndose no solo en un castigo humano, sino que también en un lugar en el que no se puede confiar y que deja mucho que desear.

Y lo que decimos, ya no es pedir que sea una residencia con las mejores vistas e instalaciones, sino una residencia de calidad donde a nuestros mayores se les atienda. Porque tristemente, cuando son personas dependientes, no se puede llamar acompañamiento. Se le llama atención, vigilancia las 24 horas del día en función de sus necesidades particulares y personales, en definitiva, un trato que garantice una calidad de vida digna.

Y para todo ello, ¿qué es lo más importante? Efectivamente. Contar con más personal; más personal que está con nuestros mayores; los que día a día ven la realidad y los que sienten en su persona qué es el el estar quemado/a, frustrado/a, el no poder llegar a más y tiempo, tiempo de calidad, donde te permite no solo conocer a las personas mayores con las que pasas muchos momentos de sus vidas, sino tiempo también para poder desempeñar tu trabajo con calidad. Ya que en estas condiciones, el equivocarse es un fallo muy grave.

Por lo que ya no es encontrar una residencia de calidad únicamente para nuestros mayores, sino para mejorar la calidad laboral de todos los profesionales que trabajan en residencias, donde su vocación lamentablemente se queda en un segundo plano.

Animo a las familias a que pongan en conocimiento todas aquellas actuaciones que privan los derechos de estas personas tan importantes y que tristemente no pueden lucharlos por ellos y ellas mismos, como son nuestros mayores y para ayudar a estos grandes profesionales, ya que si hablan, seguramente se queden sin trabajo... Y porque si no las residencias continuarán siendo lo que son: números y negocio y bastante dineral se paga mes a mes como para que no estén cubiertas sus necesidades básicas.