El mundo actual se rige por la imagen. Ya sea una actriz famosa que pasa de los 50 esculpiendo unos abdominales que ya los quisieran muchos deportistas, o de un famoso promocionando un producto que nos aportará felicidad, la imagen es la que determina el impacto social. La delgadez, el aspecto juvenil y alegre, un rostro sin arrugas, son algunos de los parámetros que se mueven en el mundo actual. Incluso las personas de a pie utilizamos la cámara o el vídeo del móvil para grabar cualquier evento familiar, de amigos, etc. Se fotografía y se graba lo que se ve, para compartir e inmortalizar determinados momentos de nuestras vidas. El interior de nuestro organismo forma parte de la vida privada, porque el exterior es lo público. El aspecto físico cuenta más que el conocimiento, el pensamiento crítico, la capacidad de adaptación, la convivencia cívica, etc. Todo ello, es pasado. Tal vez, una posible explicación de la actual situación la tengamos en la educación. En muchos hogares de nuestro país, se han realizado esfuerzos económicos para que los hijos vayan a la universidad, y al terminar sus estudios, acompañados de un nuevo esfuerzo en cursos de posgrado, el resultado es que no existe oferta laboral de la formación realizada, y como mucho encuentra un trabajo por debajo de su nivel de conocimiento, y con ello de remuneración económica que le impide independizarse del seno familiar. Muchos padres preguntan: ¿Qué hay que hacer para que mi hijo(a) sea influencer, famoso o futbolista? 

La universidad pública necesita y precisa actualizarse a las demandas laborales actuales, porque su financiación a través de la fiscalidad y el coste que pagan las familias no sirve para nada; amén del tiempo invertido por el alumno. Si la Formación Profesional funciona, ¿para qué sirve la universidad? Adaptemos la educación superior a la que da trabajo al terminar los estudios. Pero de estos asuntos de menor importancia, el mundo político hoy sumergido en debates por las elecciones, ni sabe ni entiende. Y si no, veamos cuantas preguntas en este sentido surgirán en los cara a cara próximos. La mayoría de los padres y abuelos deseamos que nuestros hijos y nietos tengan un futuro mejor que el nuestro. Ello sí que atraería votos a la fuerza política que lo solucione.