Ha bastado una sola ofensiva de terror para que el Movimiento de Resistencia Islámica, más conocido como Hamás, eche por tierra años de diplomacia en Oriente Medio. En 2020 varios países árabes habían comenzado a reconocer la existencia de Israel mediante una compleja diplomacia que empezó bajo la administración de Donald Trump. Fue un acontecimiento histórico que Baréin, Emiratos Árabes o Marruecos aceptaran al Estado israelí. Se trata de países con jerarquías suníes, aunque en el caso de Baréin la mayoría de la población es chií. No solo eso, además se habían suscrito acuerdos militares y de libre comercio con un enemigo a priori irreconciliable. Ahora todo está en el aire. ¿Logrará una organización terrorista cambiar las tornas?

Desde Marruecos llegan noticias de un apoyo popular a la causa palestina, desde redes sociales a manifestaciones en las calles o partidos de fútbol. Arabia Saudí ha roto sus conversaciones sobre una posible normalización con Israel. En Egipto un policía de Alejandría ha disparado a dos turistas israelíes. ¿Qué va a pasar ahora? Yo soy de los que piensa que el cambio de postura de España sobre el Sáhara formaba parte del precio político de Rabat por reconocer a Tel Aviv. Pero todo puede haber sido en vano. La UE y la OTAN piden contención, la Casa Blanca empieza a hablar tímidamente sobre la población civil de Gaza. En Francia se han saltado todas las alarmas después de de que un joven asesinara -presuntamente- a un profesor por motivos religiosos. Solo hay alegría en Teherán, donde los diputados iraníes celebraron el ataque de Hamás coreando gruesos eslóganes contra Israel, e incluso hubo fuegos artificiales.

Todos estamos pendientes y temerosos del contragolpe israelí, de su repercusión en el mundo árabo-musulmán y del precio del petróleo, por qué no decirlo. Es verdad que Azerbaiyán está cometiendo un crimen monstruoso al provocar un éxodo masivo de armenios del Alto Karabaj, pero, lejos de pedirles contención, la UE acababa de firmar un acuerdo económico de miles de millones a cambio de gas. Armenia ha sido orillada por todos, Rusia incluida.

Así de fácil se destruye un acuerdo que podía traer estabilidad a la región, como cuando asesinaron a Isaac Rabin en 1995. Bastó un crimen incalificable para acabar con la última gran esperanza de paz entre Israel y Palestina. Así de fácil puede acabar Irán, o quien esté detrás de todo esto, con el acercamiento de los países árabes-suníes a Israel. Creo que la libertad de los palestinos no tiene nada que ver con lo que está pasando.