Para hablar de la tristeza es necesario no estar triste. Los que normalmente no son ni están tristes son personas risueñas que atraen por su forma de ser y ver la vida. Por el contrario, los que son propensos a la tristeza crónica, provocan lástima y cariño, ganas de animarlos, abrazarlos e incluso querelos así, tristes, melancólicos, como a las uvas pasas y los higos secos. Hay gente que se levanta triste. Hay personas que parecen un cascabel. Y otras el santo entierro de Semana Santa. En mi familia predominan los primeros y hacen risa de todo. De los que van mucho a misa, predominan los que parecen tristes, pero cuidado, porque algunos, mientras rezan el ora pro nobis, están pensando cómo joder al personal. En definitiva, que es muy relativo eso de parecer o ser triste. Los tristes hablan poco y alguno de los alegres no callan. Pero al final, como decía mi abuelo: el que calla jode al que habla. Profundicemos.