Es difícil no apoyar al pueblo palestino desde un punto de vista meramente humano. Cualquiera se estremece ante las imágenes que día sí y día también vemos en prensa y redes sociales, y que ahora se agravan ante la enésima ofensiva en Rafah, ciudad a la que casi toda la población palestina había sido desplazada durante los meses previos.

Pero la política no va de emociones. La política va de intereses y de responsabilidades sobre ellos. Como dijo alguno, esto va de amigos y enemigos. Y sabemos bien quiénes son los amigos de gobiernos, empresas y partidos de Occidente y dónde residen sus intereses. Si ante un genocidio televisado ningún gobierno ha propuesto sanciones y embargos contra Israel, es porque esta entidad sionista representa y garantiza sus intereses, porque son aliados de ese estado genocida.

Por ello, este 18 de mayo, en el 76 aniversario de la Nakba y de la creación del Estado de Israel, junto a mostrar toda nuestra solidaridad hacia unos, los palestinos, tenemos que mostrar todo nuestro rechazo hacia otros, Israel. Porque emociones tenemos todos y todas, pero cuando la salvación de los amigos pasa por la destrucción de sus enemigos, es preciso decirlo y actuar en consecuencia. Y de quien dice apoyar a alguien, pero rechaza distanciarse de su enemigo, debemos desconfiar. 

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Concentración en la UPNA para exigir a las autoridades universitarias la condena explícita del genocidio de Gaza Unai Beroiz

Debemos mostrar que no todos aquellos que se solidarizan con la masacre hacia el pueblo palestino tienen compromiso real con su liberación. Y dejarlos en evidencia, es el primer paso para presionar a todos los sectores que disocian sus palabras de sus acciones. Esa es la gran tarea que tenemos en Occidente, y la mayor aportación que podemos hacer al pueblo palestino. Si no, toda la solidaridad mostrada corre el riesgo de ser una simple muestra de emociones.

Miembro de Palestinarekin Elkartasuna