Mayo es un mes generoso en el que la naturaleza nos trae abundancia para alegrar los sentidos: los colores y perfumes de las flores, la canción del mirlo y el zumbido de las abejas. Entre todos estos regalos naturales de mayo el que más me emociona es la vuelta a lo viejo de los vencejos después de su larga estancia invernal en la África ecuatorial.
Estos maestros de la acrobacia aérea comen, duermen, beben y hasta copulan en el aire y sólo aterrizan para criar. Sus vuelos en ruidosa pandilla al ras de tejado en busca de insectos voladores asombran por su velocidad y precisión.
Pero este espectáculo anual podría desaparecer de nuestros cielos para siempre. Los números de vencejos están en declive como resultado de las actividades del ser humano. Por un lado, el excesivo uso de pesticidas y herbicidas ha impactado en la población de insectos que forma su dieta exclusiva y, por otro, la destrucción, tanto consciente como accidental, de los nidos a los que vuelven año tras año estas aves tan viajeras.
La ONG Ecologistas en Acción ha anunciado una campaña en defensa de los vencejos, las golondrinas y los aviones comunes centrada en denunciar las actividades delictivas que destruyen sus nidos y en exigir medidas preventivas a los ayuntamientos.
Estaría muy bien si el Ayuntamiento de Iruñea se apuntara a esta campaña para proteger los nidos existentes y promoviera la colocación de cajas aptas para el anidamiento bajo los aleros de edificios. De esta manera, y a muy bajo coste, se nos aseguraría el poder disfrutar durante muchos años más del espectáculo anual de los queridos visitantes voladores del sur.