La frase Caminante no hay camino, se hace camino al andar de Antonio Machado es válida para cualquier época de la historia de la humanidad. No hay nada escrito; todo está por hacer en el desarrollo de la existencia del nuevo ser, donde el lugar de nacimiento será determinante. En política sucede lo mismo. La democracia solo garantiza el voto de los ciudadanos en las urnas sin conocer cómo será la gestión de los representantes elegidos. También se desconoce el ejecutivo y su gestión al elegir en listas cerradas a los candidatos, así como las alianzas o coaliciones que se formarán para regir el país. En algunas etapas de la historia, los gobiernos aciertan en resolver las demandas sociales; en otras, no. Actualmente, en nuestro país no hay una colaboración efectiva entre gobernantes y gobernados. Los partidos mayoritarios imponen su voluntad, como en el reciente acuerdo de renovación del CGPJ tras más de cinco años y medio de bloqueo.

Los caminos sociales son determinantes para el futuro de cualquier territorio, siendo imprescindible adaptarse a los elementos de producción de cada época. El camino del modelo socioeconómico de este país sigue siendo el turístico, a pesar de las críticas sobre su futuro. La vida pública está marcada por el camino seleccionado por los elegidos y no por la necesidad de los votantes. La falta de una vivienda adecuada a los ingresos es una urgente necesidad. Fruto de ello es la abstención y la desafección cada vez mayor de una inmensa mayoría. Algunos caminos ya están trazados antes de ser andados.