Estas semanas nos hemos despertado varios días con sabotajes en varios apartamentos turísticos del Casco Viejo que han impedido el tránsito normal de los turistas.

Estos negocios, legales y regulados, se han convertido en el chivo expiatorio de todos los problemas que aquejan a nuestra sociedad: desde la gentrificación hasta la carestía de la vivienda. Paradójicamente, estos actos de sabotaje se producen precisamente contra apartamentos regulados y generalmente asociados, que buscan la profesionalización del sector y ofrecer las máximas garantías a visitantes y vecinos.

Las percepciones juegan un rol importante en esta cuestión. Mientras esto ocurre en Iruñea, el grupo municipal de EH Bildu Donostia ha propuesto crear un “índice de turistificación” en la ciudad para “medir la saturación y el grado de vulnerabilidad” de los diferentes barrios. La idea es adecuada, ya que busca mitigar las afecciones que pueda tener la actividad turística. Desde Geroa Bai siempre hemos defendido un equilibrio entre la actividad turística y la población residente, y apoyaremos todas aquellas medidas que nos ayuden a conocer mejor este fenómeno reciente.

Ahora bien, si aplicáramos en Pamplona-Iruña en ese índice, veríamos cómo nuestra ciudad tiene cuatro veces menos de apartamentos turísticos que la capital guipuzcoana (346, por los 1.395 de Donostia, número al que no debemos llegar porque queremos un turismo sostenible). Además, es iluso pensar que así se limita, sin más, la llegada de turistas, ya que estudios realizados con datos de teléfonos móviles muestran cómo un 70% de los turistas de Pamplona son visitantes de un día que no pernoctan en nuestra ciudad.

La regulación de los apartamentos turísticos Pamplona-Iruña, en vigor a través de modificaciones en el PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) contó con nuestro apoyo en 2019. La solución parece sencilla, reforma del PEPRI, pero hasta la fecha, hemos visto numerosas pancartas, pero ninguna propuesta de reforma del mismo mínimamente seria.

Nadie quiere un casco histórico reducido a un parque de atracciones, lo que nos hace pensar que estos sabotajes son obra de nuevos militantes de revoluciones perdidas.

Resulta difícil creer a quienes realizan estos actos vandálicos cuando afirman que los cometen motivados por el riesgo de gentrificación y la carestía de la vivienda, ya que agresiones similares se realizan también sobre pequeños comercios que poco o nada tienen que ver con estas dinámicas. Y recalcamos que la mayor masificación del turismo en el Casco Viejo de Iruña no la provocan los turistas –excepto en Sanfermines– sino los propios pamploneses y pamplonesas los jueves y fines de semana de cada mes.

Es el caso de un pequeño comercio de alimentación ubicado en el Casco Viejo. Este comercio tiene una nutrida clientela local, y que está imbricado en la vida del barrio, siendo un asiduo colaborador económico en la organización de las fiestas del barrio. Hasta que este año, alguien ha decidido, además de hacerle un escrache, decirle que su aportación económica sobra y le han devuelto el dinero.

En una entrevista reciente en televisión, una parlamentaria de EH Bildu decía que “organizar las jaias de tu barrio también es hacer política”, pero esta fagocitación del “movimiento popular” dista mucho de los principios democráticos que deben regir la actividad política.

Desde el área de Comercio y Turismo del Ayuntamiento no hemos dejado de atender a absolutamente ningún colectivo, asociación o persona física que nos haya solicitado una reunión, y a todas ellas les hemos dedicado tiempo, atención y, en la medida de lo posible, ofrecido soluciones. Continuaremos abriendo las puertas del Ayuntamiento a todo el mundo, también a quienes desde la pancarta contribuyen pobremente al diálogo y la búsqueda de una solución compartida.

*Los autores son concejales de Geroa Bai de Iruñea-Pamplona