El hecho de que en España, cuando paseas por la calle, veas más gente paseando perros que familias con carritos de bebés es una señal preocupante de los cambios sociales y económicos del país. La precariedad laboral, la falta de estabilidad económica y el difícil acceso a una vivienda hacen que muchos jóvenes pospongan o renuncien a tener hijos, optando por la compañía de mascotas que ofrecen afecto sin las grandes responsabilidades de la maternidad y/o paternidad.
La diferencia entre perros y bebés no debería ser solo una estadística, sino un llamado a la acción para reordenar las prioridades sociales y económicas. Los jóvenes somos los que por ahora solo podemos cuidar de un perro: muchas de las parejas ya no se plantean un futuro juntos, tener una casa propia, es casi misión imposible con los sueldos actuales y compaginar el cuidado de un bebé con las ajetreadas rutinas diarias se puede convertir en un caótico desorden. Es por eso que muchos de los jóvenes, en pareja, grupo o por su propia cuenta deciden formar una familia con un integrante perruno.
Esperemos que esta curiosa tendencia se quede en una anécdota y dentro de unos años veamos familias paseando con sus integrantes perrunos y bebés al mismo tiempo.