Tres días son ya los que me han llevado a finalmente conseguir el primer paso para poder solicitar una devolución de cuotas de autónomo erróneamente reclamadas. Tres malditos días en los que he estado a punto de tirar la toalla. Pero por fin, creo que el primero de los dos pasos lo voy a superar. Digo creo porque quedo a la espera de que un gestor fantasma me de el OK y pueda entonces proceder a iniciar el segundo paso. Recuerdo que hasta pocos años, cuando uno tenía una incidencia de este tipo, acudía a las oficinas de la Tesorería General de la Seguridad Social y, armado de paciencia, aunque se encontrara con una lista de espera que exigía paciencia extrema, una vez le tocaba su turno, se sentaba frente al/la gestor/a adjudicada por la pantalla y, generalmente con un buen trato por parte del funcionario, una vez acabado el trámite salías con la seguridad de que la incidencia se iba a solucionar. Ahora ya no es así.

Ni soy un experto manejándome con claves permanentes, temporales, DNI electrónicos, pero lo conseguí después de que mi primera consulta en las oficinas de Conde Oliveto me dijeran que lo primero que debía hacer era hacerme con la maldita clave permanente. Pregunté s i no podían ahí mismo tramitar mi incidencia. La respuesta fue rotundamente negativa. Debía pedir cita para conseguir la dichosa clave permanente y a continuación tramitar todo telemáticamente.

No soy tonto. Soy normal. De esos que en un CV, ante la cuestión de trámites burocráticos con la administración, contestaría “a nivel de usuario” y mentiría porque para manejarte en ese bosque comparable con el de El proyecto de la bruja de Blair, uno ya casi desea desistir y que la grabación acabe en negro, pensando que el sufrimiento administrativo ya no merece la pena y lo mejor es entregarse a afrontar posibles embargos futuros antes que luchar por justificar su improcedencia.

Ciudadanía: Creo que una vez hemos conseguido realizar un trámite con la administración correctamente estamos ya a un paso de ser auténticos hackers capaces de entrar en las entrañas del sistema de mierda y conseguir falsear todos los datos para que con 37 años de edad y 2 de cotización se nos conceda una jubilación con la base máxima. La Agenda 2030 debe referirse al año en el que telemáticamente nuestras incidencias empezarán a ser atendidas y, en su caso, reparadas. De faltar algún documento, saldrá la Agenda 2037. Desesperanzador.