Hasta la eternidad

Te has ido, Óscar, tu camino aquí ya ha terminado y ha sido de la manera más injusta que puede haber.

¡Tenías tantos planes y tantas ilusiones! Todas las noches leyendo, aprendiendo y formándote sobre olivos, sus tratamientos, sus cuidados, sus variedades…

Verás, allí donde estés, que Rebeca, Ainara, Asier y todos los que aquí seguimos nos acompañamos mutuamente mientras te lloramos, pero estaremos bien.

Muchísima gente te despide recordando tu franca sonrisa, tus inteligentes ojos brillando, tus gestos siempre cercanos.

Fuiste el más hábil, el más trabajador, el más amable de quienes te rodean, dispuesto a ayudar en todo momento y todas las veces con una sonrisa.

Cuántos recuerdos surgen ahora, cuántos momentos guardamos todos los que te conocimos; todos ellos buenos.

¡Qué pedazo de padre has sido! ¡Y qué compañero!

¡Cuánto te han querido, te quieren y te querrán siempre Rebeca, Ainara y Asier!

Y qué decir de tu amado Falces, donde creasteis vuestro hogar, donde no eras un vecino más; porque el amor a tu pueblo hizo que dedicaras gran parte de tu vida laboral a ayudar, acompañar, aconsejar y procurar su bienestar a todos los vecinos de Falces, ejerciendo de agente municipal hasta el final.

Todo el pueblo sabe que eras aquel que siempre estabas para intentar hacer la vida más fácil a los demás.

Óscar, has vivido de la manera correcta, no se trata de evitar la muerte, nadie lo hacemos, por eso eres un ejemplo y tu legado es importante.

Cómo dijo un filósofo antiguo: “La vida sin examen no vale la pena vivirla” y tú, has sacado matrícula de honor.

Hasta siempre primo, da saludos por ahí.