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El libro, una ventana hacia la libertad

El libro, una ventana hacia la libertadCedida

Consumido su primer tercio, la primavera nos brinda uno de sus dos días más internacionales: el del Libro. El otro es el del Trabajo. Decía Ana Frank que las personas libres jamás podrían concebir lo que los libros significaban para quienes vivían encerrados. Posteriormente, el viejo Profesor, Enrique Tierno Galván, hizo suyo el dicho “más libros, más libres”. El contacto directo con los libros no solo facilita la generación de un universo mental, sino que también incrementa el nivel de libertad de la persona. Este concepto, de mayúsculo contenido filosófico, manido y manoseado hasta el hartazgo por algunos, solo es posible cuando se afronta la realidad circundante desde un punto de vista crítico. Libre es aquel con capacidad para decidir con criterio, alejado de influencias con espurios intereses y protegido de las falacias originadas para crear una realidad que solo existe en las mentes de unos interesados y en las de otros a quienes se ha logrado engañar.

Desde su origen en la antigua Mesopotamia en forma de tablillas de arcilla, madera u otros materiales, hasta su más moderna presentación en formato electrónico, la herramienta bibliográfica ha sido útil para la transmisión del conocimiento, el establecimiento de un diálogo intrapersonal del lector, la creación de opinión, el entretenimiento, el desarrollo de competencias para cuestionar, analizar y evaluar la información que se recibe y para otras muchas bondades de las que la humanidad ha sido benefactora. Hasta tal punto llega el papel del libro en la promoción de libertades que, en varios momentos históricos, ha sido pasto de las llamas prendidas por los enemigos del avance social y de la prosperidad cultural de las personas. Ya se sabe que cuando la sinrazón se haya acorralada no suele andarse por las ramas y el libro es un excelente recurso para hacerle frente y combatirla. Hoy, al igual que siempre, el libro conserva su naturaleza liberadora, crítica, creativa, que hace de él una ventana por la que se contempla el mundo con ojos despiertos, inconformistas y buscadores de certezas, siempre bajo la responsabilidad inherente a la libertad.