Leí en DIARIO DE NOTICIAS que a cualquier edad se puede iniciar una actividad desde cero. Al cumplir 90 decidí que cada día después del desayuno daría una vuelta por mi entorno. Veo que me viene bien físicamente e incluso socialmente. Las personas mayores usan un bastón, los deportistas de travesías dos, por supuesto que yo utilizo dos bastones. Muchos días al salir me encuentro con algún vecino: “Qué bien te veo, Antonio”, es el ánimo de vecinos extraordinarios por ser yo el menos joven del bloque.

En la calle los niños acompañados por sus amas/mamás van hacia el cole. Dicharacheros en euskera o castellano. Hace unos días me hizo gracia un chavalico: “Otra vez el señor de los bastones”. Intercambio mi sonrisa con la de su madre. Ligera, como siempre, la joven que ni pasea mascota, ni habla por el móvil, deduzco que se acerca al trabajo. Los fines de semana no hay niños pero sí gente haciendo deporte. Podría ayudar al Ayuntamiento señalando las baldosas que hay que reparar. Antes de entrar en casa, Pili, mi amable panadera, me prepara la baguette integral y el Noticias.

Para mí, la vida consiste en hacer casi todos los días, casi las mismas cosas y casi a las mismas horas.