¿Es justo el baremo para las Escuelas Infantiles en Navarra?
Vamos a hablar claro: el sistema que usan para elegir a los niños que entran en las escuelas infantiles de Navarra es un desastre. Y no es solo una opinión, es una realidad que afecta a muchas familias y que nadie se atreve a cuestionar en serio.
Primero, el tema de la proximidad. ¿Sabías que si vives en la misma localidad que la escuela, te dan 10 puntos, pero si vives a dos calles -literalmente- en otra localidad, te quedas con 0? Así de absurdo. Y ojo, si vives en Pamplona, da igual que estés en la otra punta de la ciudad o en la misma calle de la escuela: tienes los mismos 10 puntos que cualquiera, aunque tardes media hora en llegar mientras otro baja en zapatillas. ¿No debería contar la distancia real y no una frontera administrativa o el simple hecho de estar empadronado en el municipio?
Y luego está el tema de la renta. Aquí la cosa se pone todavía más surrealista. Si la renta per cápita de tu unidad familiar es superior a 16.576 euros (SMI), te llevas 0 puntos. Da igual que ganes 16.576 que 100.000 euros, porque el baremo te mete en el mismo saco. ¿El resultado? Que el desempate se decide por un sorteo, sí, por suerte, por el apellido que te toque. Así, el acceso a una plaza en una escuela infantil, algo tan importante para el futuro de nuestros hijos, depende de un sorteo. ¿En serio?
Y lo más absurdo de todo: en la práctica, si tienes más de 10 puntos, entras seguro. Pero la mayor parte de la gente tiene esos 10 puntos por cercanía y 1 punto más porque trabajan ambos progenitores (el supuesto criterio de desempate). Es decir, la mayoría con los mismos puntos, en el mismo saco y a la espera de que la suerte decida.
Y a todo esto se suma otro problema que nadie parece querer abordar: el número de plazas es insuficiente. Hablamos de un servicio público esencial, como lo es la educación primaria o infantil, y sin embargo, no se garantiza que todas las familias puedan acceder a él. Si de verdad queremos igualdad de oportunidades desde el principio, lo primero debería ser ampliar la oferta pública para que no haya que jugarse una plaza a la suerte. Esto no es justicia social, es una lotería disfrazada de baremo. Y mientras tanto, familias que lo necesitan y no se pueden permitir una escuela infantil privada se quedan fuera.
Es hora de que se revise este sistema y se pongan criterios que realmente tengan sentido: proximidad real, situación económica real, y no un juego de azar que deja a muchos fuera sin razón. ¿Alguien se atreve a cambiarlo? Porque así, no.