A las 7 de Aroztegia
"Me pidieron opinión técnica y yo les dije que me parecía una barbaridad urbanística"
Guimera es un pueblecito encantador de Lleida. Hay un pequeño museo arqueológico. Sebastián, el responsable del museo, cuenta una historia increíble.
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En el siglo XII, había un monasterio de monjas que se abandonó en el XVI. Poco a poco se fue arruinando hasta que en la década de 1960 solo quedaban en pie las cuatro fachadas y un montón de piedras, entre hierbas y zarzas. En 1967 ocurrió un hecho asombroso, el pueblo a una, con el maestro, los niños y las niñas de la escuela en cabeza, paralizaron el derribo de las ruinas y evitaron que un promotor-constructor se llevase las piedras para sus obras. Se colocaron delante de las excavadoras durante 10 días, hasta que el promotor desistió.
Hoy el pueblo tiene un museo en el que se exhiben los restos arqueológicos rescatados del tiempo y donde se homenajea al maestro, niños, niñas y gentes que arriesgaron su integridad física delante de las máquinas.
Os preguntaréis por qué os cuento esto. Simplemente porque siete personas están amenazadas con la cárcel y el castigo económico por hacer lo mismo en Aroztegia. La decisión de un pueblo de defender lo suyo, no es cosa de hoy. No es cosa de un grupo criminal espontáneo. Es algo que se encuetra en la historia de muchos pueblos. No hay que remontarse a Ghandi o Martin Luther King. La resistencia popular está en cada esquina. En las luchas de Itoitz, TAV, Yesa, autovías, redes eléctricas, nucleares, fotovoltaicas, macrogranjas, etcétera.
Las defensas del caso Aroztegia afirman que "se criminaliza" el movimiento social "usando el código postal"
El poder siempre ha pretendido pasar por encima de los intereses de la gente. Con la excusa del desarrollo nos imponen proyectos menospreciando la opinión de los pueblos. Caundo el pueblo se mantiene firme, se le castiga ejemplarmente. Ahora le ha tocado el turno a la gente que se opone al proyecto de Aroztegia. Quieren criminalizar la defensa de la Tierra.
Conocí a Garbiñe (una mujer tranquila y muy razonable) hace años, cuando a la gente de Lekaroz les cayó encima el proyecto de campo de golf, con el hotel de alto standing y viviendas de segunda residencia. Me pidieron opinión técnica y yo les dije que me parecía una barbaridad urbanística. Hoy me sigue pareciendo un despropósito para la ordenación territorial de Lekaroz y de Baztan. Por eso me parece que la defensa de los derechos populares en Lekaroz está más que justificada.
Ya vemos que en Guimera consideran héroes al maestro y sus alumnos y alumnas. Creo que en Lekaroz también sabemos que lo son.
*El autor es arquitecto urbanista