Y me moví de mi zona de confort, dejé por un día que mi persona explorara otras rutas y me adentré en Navarra, comunidad en la que viven unos familiares, en el bonito pueblo de Lodosa que insistieron en que debíamos ir a visitarlos. Yo, que soy poco amigo de viajes, debo reconocer que una vez allí me sentí como si estuviera en mi propia casa porque así nos lo hicieron sentir José Luis y Rosi.

Fuimos conociendo a través de ellos la historia de Lodosa, de su familia, mientras caminábamos por la ribera del río; un paseo que a los que somos de secano nos enamoró. Con cerca de 5.000 habitantes, en el municipio disponen de casi todo, residencia, tanatorio, ambulatorio, parques, piscina, plaza de toros, campo de fútbol y todo aquello que es necesario para la convivencia de los vecinos; destacar la hermosa iglesia de San Miguel en su interior, con sus retablos, órgano y coro majestuosos, la torre de los Velasco, el puente de los moros y las cuevas de Lodosa. José Luis y Rosi, ambos descendientes de Leciñena, nos prepararon una comida, digna de un banquete, todo con productos que ellos mismos cultivan, una opípara comilona que terminó como debía terminar, celebrando el encuentro amenizado con la guitarra de José Luis y la guitarra y voz de Pedro, un amigo de ellos. Fue difícil la despedida, pero nos llevamos en nuestros corazones el recuerdo de un día inolvidable. Gracias Jose Luis y Rosi.

Suena guitarra / tú que sabes hablar mejor / y diles que casi una cuerda soy / suena guitarra y aunque desafine / todo el cariño pongo en el son / suena guitarra suena / y que el sonido nos envuelva a los dos.