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Ríos de tinta, mares de desconfianza

Ríos de tinta, mares de desconfianzaPexels

Será por ambición de poder, por desprestigiar al adversario o por llenar titulares, pero lo cierto es que llevamos tiempo asistiendo a un espectáculo en el que la clase política expone, día tras día, su lado menos admirable.

Corrupción, engaños, malversación… Ejemplos que parecen haberse instalado de forma permanente en los medios de comunicación.

Para acceder a un puesto como técnico en la administración pública se requiere estudio, constancia, sacrificio y superar procesos exigentes. El funcionario debe demostrar una y otra vez sus conocimientos y méritos. En cambio, para obtener un cargo de representación política basta con el respaldo electoral, sin que exista un examen de competencias ni un filtro riguroso.

Algunos incluso adornan su currículum con méritos inexistentes, confiados en que el papel -o el procesador de textos- lo aguanta todo. Y lo más grave: no existe obligación legal de que esa información sea veraz para ejercer el cargo. Los políticos, que son quienes legislan, han “olvidado” incluir sanciones para quienes mienten en su trayectoria profesional.

Así, los ríos de tinta que corren a diario en las redacciones sobre los trapicheos políticos se han convertido en una especie de “novela por entregas” que erosiona la confianza ciudadana. Y para quienes creemos que la democracia es uno de nuestros mayores logros, este espectáculo es, sencillamente, desolador.