Equis (Pesadilla de la última noche de verano)
Hace unos años llegó al pueblo de Zeta un tipo, al que llamaremos señor Equis. Sin mediar explicación alguna, sin publicidad, sin concurrencia y a quemarropa, lo hicieron técnico urbanista municipal.
Para agradecer a sus benefactores y padrinos los favores recibidos, se dedicó durante años a blanquear las arbitrariedades que aquellos cometían y a dar apariencia de legalidad a los atropellos y fechorías que iban perpetrando.
Queda en los anales del pueblo de Zeta el recuerdo imborrable de su actuación más sonada cuando, en compañía de otros de perfil moral muy parecido al suyo, contribuyó como testigo Equis al linchamiento y despido laboral de un compañero (sí, de un compañero). Sí, el Maldito Enchufado de Mierda Equis poniendo su granito de arena para mandar al paro al único empleado que había accedido a su puesto a través de un procedimiento legal. Y todo para agradar a sus padrinos y benefactores. No se pude ser más miserable, no se puede ser más arrastrado, ni se puede caer más bajo.
Dicen que todavía el pájaro Equis sigue en su puesto. Dicen, también, que, en pago a sus servicios, los poderosos organizaron un procedimiento para dar apariencia de legalidad a su situación contractual, procedimiento en el que, naturalmente, entre todos los participantes, fue seleccionado el candidato Equis. ¿Tenían ustedes alguna duda?
Si alguna vez, para su desgracia, el señor Equis, el técnico Equis, el Maldito Enchufado de Mierda Testigo Equis, el candidato Equis, o el pájaro Equis, se cruzan en su camino, ándese con ojo. Su código ético se reduce a un libro de una sola hoja, titulado Utilitarismo, cuyo único capítulo se llama: “En cada momento lo que más convenga”. No diga que no se lo he avisado.