Dejar un mundo mejor

Hace días que se agolpan en mi pensamiento infinidad de preguntas, aún desde la lejanía. Y me planteo también si de haber algún ser de un lugar más lejano, desde otro lugar del universo, se hace estas mismas preguntas.

¿Cómo puede ser?, ¿cómo puede ser que la vida de muchas personas dependa del grado de delirio con el que despierten unos pocos cada día? Cómo, y estando supuestamente avanzados y en una era digital, dependa el devenir de varias generaciones de lo que esos pocos con deseos de gloria plasmen en un papel cuándo, dónde, y quiénes van a ser respetados como seres humanos y quiénes no.

Cabe la posibilidad de que yo misma sea extraterrestre, y de ahí mi incomprensión. O cabe también que hemos aupado al poder, me incluyo por cortesía, a personas cuya humanidad ha quedado reducida a nada, mientras sus obsesiones han sido y son únicamente eso el poder. No puedo conocer si ese supuesto ser de la lejanía ha obtenido alguna respuesta esperanzadora para nosotras, las personas de la tierra.

A mí, la respuesta comodín que me viene una y otra vez es la que a medio gas ha dado la ciudadanía últimamente, y que debemos seguir dando unidas frente al sinsentido que vivimos en muchos aspectos cada día. Por último, si se nos preguntara, muchas coincidiríamos en que queremos dejar un mundo mejor a nuestras hijas e hijos. Pues eso, tomemos conciencia y parte para acercarnos un poco a ese propósito. Desde la lejanía, un abrazo a todas las personas pisoteadas cada día, con guerras declaradas y sin ellas.