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La sangre que llegó al río

La Federación de Montaña está abandonando la red de senderos. Su señalización la vienen haciendo voluntarios, y el coste del material es poco menos que ridículo, pero ni eso le da el Gobierno foral. Ya se sabe, la crisis. Otras modalidades deportivas viven también penurias semejantes. Mientras eso ocurre, el Parlamento foral, con los votos de UPN, PSN y PP, decide una condonación encubierta de la deuda que Osasuna mantiene con la Hacienda Foral. 60 millones del ala. Otro buen agujero para el Gobierno que venga. ¿Táctica de tierra quemada ante la perspectiva de perder el poder el próximo mayo? Tal vez sí, pero no sólo eso. En otra coyuntura diferente a esta de derrumbe del régimen la decisión hubiera sido parecida. El embobamiento general con el fútbol no es exclusivo nuestro, aunque en todas partes el calibre de esa devoción, tan masculina, sea inversamente proporcional al nivel cultural, cívico y moral de un país y una gente. En tres cuartas partes del mundo existe toda una maquinaria de dinero, espacios en los medios y pasiones, que se retroalimenta incesantemente para hacer posible el gran circo del siglo XXI. Una maquinaria que ayudan a engrasar los poderes públicos, como nuestro Parlamento, y a la que nadie se ha oído poner en cuestión estos días en que tanta gente se ha llevado las manos a la cabeza porque, una vez más, la sangre ha llegado literalmente al río. Lo del Jimmy del Depor es más que una desgracia provocada por cuatro ultras descerebrados. No hay que ir a graderío sur para comprobar el grado de violencia que existe en un campo de fútbol. En cualquier encuentro de juveniles se pueden ver y escuchar cosas sonrojantes para la sensibilidad de cualquiera. Sí, luego salen del campo relajaditos y se les olvida hasta la semana que viene. O no, y aparece un cuerpo flotando en el Manzanares.