Queridos Reyes Magos, visto lo visto es bastante más intuitivo mi buscador de Internet que vosotros. Desde que eché el ojo a una batidora me la pone en las narices cada vez que me arrimo, y lo mismo pasa con varios libros, por no hablar de la selección de música que me ofrece YouTube, que de tan fiel a mis gustos no me deja investigar caminos nuevos, no os digo más. Con todo, no me quejo porque hoy es para mí, independientemente del vale para clases de zumba, el día más hermoso de estos hermosos días, el broche de oro. Por broche. Rosco en mano y alzando mi copa entonaré una canción algo ordinaria que dará por concluidos los festejos y volveré a la rutina donde me esperan venturosas cifras macroeconómicas que no voy ni a rozar, pero vosotros habéis contribuido a que aumente mi tolerancia a la frustración y eso protege mucho de todo lo demás.

Así que para no envenenarme criticando, os pido con tiempo que hagáis lo posible para que a vuestra vuelta sean realidad las últimas declaraciones de Chiquito de la Calzada, perdón, de Luis de Guindos (los nombres con preposiciones se parecen tanto). Y esto, tendréis que valorarlo, más que pedir es dar. Es muy generoso pasar por alto los disparates que dice este señor que seguro que caldea su casa convenientemente y no se corta con la gomina para la traca. También os pido seriedad y trabajo para su equipo de comunicación, prometer 800.000 puestos de trabajo es de una falta de creatividad rayana con el plagio que hace dudar de lo factible del objetivo y de la intención de su difusión. Y hasta aquí la buena voluntad, que mañana es día siete.