Realidad o teatro, la fugaz crisis de UPN se salda con un Esparza reforzado y una Barcina en vísperas de dejar la primera fila de la política foral. La voluntad del candidato de alejarse del estilo y legado de su hasta ahora madrina estaba ya cantada. En los primeros carteles electorales, su nombre aparece acompañado de un adjetivo que parece sustantivo: “Esparza currante”, “Esparza inconformista”, “Esparza deportista”. La primera afirmación tiene el peligro del mira de qué presumes. La segunda suena a oxímoron; inconformismo y UPN casan fatal. Sólo la tercera es una verdad contrastable. Lo mismo que “Esparza agoizko”. Todo el mundo sabe que Esparza es de Aoiz/Agoitz. ¿Se deriva de ello alguna virtud como para ser así destacada? Probablemente sí, pero, dicho sea sin menosprecio a los habitantes de la villa, no más que del hecho de ser de Oroz-Betelu, de Lónguida? o de cualquier otro punto del globo. A no ser que lo que nos quieran poner en valor es que el cabeza de lista sea “de aquí”. Ni de Burgos ni de Portugalete. Refuerza esa idea la utilización de la k, algo que Barcina no hubiera hecho ni harta de chacolí. La morfología del gentilicio “agoizko” es tan evidente que sólo un fobioso, un ignorante o un cruce de los dos negaría su origen euskérico. Pero de esos hay a montones en la formación regionalista. De hecho, en los medios de comunicación de la derecha navarra es raro encontrarla, ni tan siquiera con c. No sea que se pegue algo. Por lo demás, no parece que detrás de esa k haya algo más que un guiño. La marca de la casa del gobierno del que sigue formando parte Esparza es su actitud negativa y hostil a todo lo relacionado con el euskara y la cultura vasca. Y ahí nadie le ha visto marcar distancias. Muchas k-s va a tener que poner en sus carteles para convencer a nadie de que, con él de presidente, las cosas serían diferentes.