ninguno de mis hijos había nacido cuando Euskalerria Irratia solicitó por primera vez al Gobierno de Navarra una licencia de radio. Esta ha llegado finalmente cuando tengo a la mayor ya casada. Se dice pronto, pero a la Administración foral le ha costado 27 años dar carta de legalidad a una emisora en euskara para Pamplona y su Cuenca. Nadie diría que es una cosa del otro mundo. A UPN sí se lo ha parecido. De hecho, este partido, que ha señoreado las instituciones navarras durante 23 de esos 27 años, incluidos los últimos 21, se ha opuesto a ello con uñas y dientes. Tanto, que no le ha importado incumplir sentencias judiciales, hacer caso omiso de votaciones parlamentarias, despilfarrar el dinero público y protagonizar todo tipo de juego sucio hasta el límite de la prevaricación. Todo, con tal de impedir que una emisora llamada Euskalerria Irratia pudiera emitir legalmente. No entiendo el asombro de Maya porque UPN “sea percibida como enemiga de lo vasco”. El pasado viernes la noticia de que este medio contaba finalmente con cobertura legal para emitir se dio a conocer el mismo día en que la prensa anunciaba la dimisión de Yolanda Barcina al frente de UPN. Lo curioso del caso es que la decisión sobre la bendita licencia estaba tomada desde el pasado 1 de julio, es decir cuando la ya profesora de la UPNA era todavía presidenta en funciones de Navarra. Acorralados por los jueces, decidieron concederla en los minutos de descuento, cuando ya tenían hechas las maletas. Eso sí, como última faltada a la comunidad vascoparlante, ni siquiera se preocuparon de hacérselo saber a los interesados antes de marcharse a casita. Señor Maya, lo que percibe la gente es que se ha tenido que sacar a UPN a boinazos de las instituciones para que los euskaldunes tengamos, 27 años después, una emisora legal en nuestra capital.